Si hace unos días descubríamos la leyenda de Freddy Krueger y su faceta real fuera de las salas de Cine; hoy, vamos a conocer otra historia que creíamos de ciencia ficción pero que es muy real. Hablamos de Chuky, ese juguete de la marca “Good Guys” que sembró el terror a finales de los 80, tiene también su parte de realidad. ¿Quieres conocerla?

La película está inspirada en unos acontecimientos aterradores que sucedieron en Florida a principios del siglo XX.

Una mujer, acusada de practicar brujería, fabricó un muñeco en 1896 que le fue regalado a un niño llamado Robert Eugene Otto.

El pequeño, bautizó al muñeco con su mismo nombre, el de Robert. Los padres del niño, presenciaban a menudo como su hijo mantenía largas conversaciones con el muñeco. Lejos de preocuparse, pensaban que todo era fruto de la imaginación del pequeño y que no debían entrometerse.

Lo extraño empieza cuando amigos de la familia, gente del vecindario e incluso extraños que paseaban por la calle, decían ver a menudo al muñeco Robert mirando por la ventana; algunos incluso decían que este les saludaba con la mano.

Los padres del niño, aseguraban que por las noches se oían risas, las cuales no se identificaban con la de su hijo.

Durante varios días, empezaron a suceder cosas extrañas en la casa, objetos que salían volando seguidos de una infernal risa e incluso aparecían otros juguetes mutilados de forma sospechosa.

Robert Eugene Otto, murió en 1972 y su casa pasó a ser propiedad de una familia que tenía una hija de 10 años. Un día, mientras la niña jugaba en el desván de la casa, encontró al muñeco y se lo enseño a sus padres. Los papas de la niña, decidieron que podía quedarse con el juguete.

A la mañana siguiente, la niña confesó a sus padres que el muñeco había intentado asesinarla. Desde ese mismo instante, los padres, creyentes de estos temas “paranormales”, decidieron donar el muñeco al museo Key West de Florida, desde donde según se comenta, sigue asustando a los trabajadores del museo.

Cuando lees cosas como estas, te das cuenta que en realidad, el cine no inventa absolutamente nada. Todo tiene su pasado, su leyenda que puede ser más o menos exagerada, pero realidad al fin y al cabo.