Han sido semanas de reconocimiento y disfrute. Desde que CaixaForum inaugurara la exposición Arte Mecánico, de Andy Warhol el Pop tiñó las calles de la ciudad.

Pareciera de Warhol se sabe mucho o casi todo. Sin embargo, la muestra que acaba este lunes de cerrar sus puertas, dejaba al descubierto un lado no tan conocido del artista estadounidense.

Hijo de irlandeses emigrados a Norte América nunca pudo erradicar esta condición en su peculiar carácter. Creador de la cultura pop, las apariencias, la frivolidad y las apariencias nunca abandonaron su estilo de vida.

Una primera sala, con fotografías del propio artista, da paso a un espacio que pocas otras veces se ha podido admirar. El mundo de Andy Warhol antes de sus piezas más conocidas. Los dibujos del hombre que se ganaba la vida trabajando para revistas de moda, haciendo portadas de discos y de libros por encargo. Trabajo y reconocimiento nunca le faltó. Pero fue en la década del 60 cuando da el gran salto.

Las cajas de estropajos Brillo lo vuelven un artista de moda, capaz de explicar como las esponjas de fregar platos y el cartón son un elemento fundamental en la vida de cualquier estadounidense que se precie de tal. Las Brillo box se llegaron a vender tan bien, que su valor se modificaba según el tamaño del cartón que el comprador eligiera.

Y es que el arte comercial era, según palabras de Warhol, el paso siguiente al arte.

Es precisamente una de esas obras expuestas, llamada Antes y Después, la que describe esos complejos físicos que el artista de Pittsburgh asumía como propios. Una rinoplastía, cambios drásticos de su imagen, delgadez extrema eran solo alguna de las características que lo avergonzaban.

La exposición hacía un repaso a la carrera a la meteórica producción de Warhol. Mas de 320 obras correctamente comisariadas en la tercera planta del edificio.

Producir, esquematizar y repetir

Tres fases fundamentales en la producción del artista que hicieron que su trabajo contribuyera de manera inexplicable a la accesibilidad del arte.

Sin su mecanismo, casi automático, nada de lo que hoy conocemos y admiramos, sería igual.

En una entrevista, ya hacia al final de su carrera, Andy Warhol reconocía que nunca una obra le había quedado como esperaba. Con lo positivo y negativo de estas consecuencias, así asumió el reto de contribuir a una sociedad ensimismada y diezmada por la frivolidad.

También sostenía que es el espectador quien pone en contacto la obra con el mundo exterior. Sin ese elemento, el visitante, el observador de una pieza, el arte del estadounidense no se comprende.

"El que no es comprador es mercancía"

Pocas palabras le bastaban para reflejar el mundo del arte. Dos bandos en lo que colocarse y poco más. En la cumbre de su carrera, aseguraba que todo era fugaz y efímero.

Es, precisamente, esa condición de fugacidad lo que intentó destacar en la mayoría de sus obras.

En sus cuadros, basta pensar en Las tres Botellas de Coca Cola o el de Marilyn Monroe, la luz es mucho más importante que el objeto a retratar. Su concepción del hombre como individual y libre da un giró de 360º al arte convencional. El discurso tradicional se rompe ya, definitivamente.

Como su admirado Marcel Duchamps, Andy Warhol encontraba material de inspiración en lo corriente y cotidiano. Una de las condiciones que más le gustaba destacar en los objetos que luego utilizaba era la facilidad para ser reconocidos. De allí sus piezas más conocidas, Mao, Marilyn, Jakie.

Por su Factory Studio han pasado las figuras más renombradas por la prensa de la época. No todas salieron a gusto, algunas incluso, no volverían a cruzarse con el artista.