El manifiesto “No somos Vasijas” tiene, cada vez más, nuevas firmas y adeptos. Se trata de una agrupación que brega por los derechos de las mujeres que son contratadas para gestar un niño que jamás cuidarán.

La polémica por este tipo de técnica reproductiva es también una cuestión de derechos humanos. Defender a las madres gestantes, pero especialmente a los niños surgidos de lo que popularmente se conoce como “vientre de alquiler”.

Jorge es un padre que ha tenido a su hija Lara (los nombres de ambos son ficticios para preservar su identidad) en Estados Unidos, no tiene más que palabras de gratitud para la Gestación Subrogada.

Reconoce que traerla al mundo ha sido costoso, por su condición sexual y específicamente por el dinero. Todo el proceso puede costar unos 100 mil euros, existen procedimientos solo un poco más económicos, pero no brindan tantas garantías como los que se realizan allí. Para Jorge, su niña tiene dos padres y una mujer que la ha portado. Asegura mantener un contacto amigable con la persona que durante 9 meses llevó en su vientre a Lara. Se envían correos electrónicos en navidades y cumpleaños y la madre gestante ha recibido alguna que otra foto de la pequeña. Los óvulos fueron de otra donante, también ajena familiarmente a la pareja.