La Trata de Personas es un delito grave, gravísimo, porque va más allá de un delito sexual, es la degradación de la condición humana.
Es, además, un delito que ha progresado. En su expansión, ha tenido que abandonar el nombre de “trata de blancas” en alusión a la raza de las mujeres que se explotaba, para convertirse en “trata de personas”, ahora no hace exclusión de raza ni de sexo.
Las niñas europeas, del este y de entre 14 y 17 años son las más vulnerables, pero también existen otros dos perfiles que han crecido durante los últimos años. A las niñas que ingresan de África Subsahariana, se las engaña, como a las demás, pero en ellas la religión tiene un papel fundamental.
La gran mayoría no puede escapar de sus captores por temor a romper esa “deuda” ancestral que han contraído. Religiones paganas que se vuelven un medio de pago exquisito para los captores.El otro grupo que han distinguido desde UNICEF, es el de jóvenes latinoamericanas, que viajan a España alentadas por sus familias, con una promesa de trabajo que, claro, no existe como tal.