Pasear por Córdoba es, para propios y visitantes, un auténtico regalo para los sentidos, más aún en primavera, cuando la naturaleza se manifiesta en todo su esplendor, dentro y fuera de los muros que sustentan a esta villa milenaria. Coincidiendo con estas fechas, la ciudad celebra su Fiesta de los Patios, una manifestación cultural que en 2012 consiguió alzarse con el título de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad que concede la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

Durante la primera quincena de mayo las casas de Córdoba abren sus puertas para mostrar a los paseantes sus jardines interiores, adornados con cientos de plantas que convierten cada espacio en un espectáculo visual y olfativo.

Es su secreto mejor guardado: un vergel oculto tras las austeras y discretas tapias de las viviendas de cuya existencia ningún paseante sospecharía.

Con los años la visita a estos espacios se ha ido modernizando y hoy los patios interactúan con las nuevas tecnologías, ya que existen varias páginas web y aplicaciones para teléfonos móviles que proporcionan una amplia información sobre estos recintos.

Y tanto los dueños de los patios como los representantes institucionales coinciden en destacar que el éxito de esta propuesta cultural se debe a la mutua colaboración.

Miguel Ángel Roldán es el presidente de la Asociación Amigos de los Patios, propietaria de dos de los recintos más emblemáticos de la ciudad: la casa ubicada en la calle San Basilio, número 20, en el Alcázar Viejo, sede del colectivo, y la casa de las Campanas, ambas del siglo XV, según explica el propio Roldán a Blasting News..

Para el presidente de la asociación el papel que desempeñan los dueños de las viviendas es fundamental para los patios, ya que son ellos los encargados de mantener estos espacios en su máximo esplendor. Y son, entre otras cuestiones, los responsables de regar los cientos o miles de plantas que engalanan estos jardines verticales, una tarea que puede llevar entre tres o cuatro horas diarias.

"El patio hay que vivirlo, sentirlo", subraya Roldán, y también "mimarlo", una tarea que se realiza a lo largo de todo el año para que "los visitantes que vienen a la ciudad de Córdoba puedan ver las maravillas que hay dentro de estas paredes".

Así lo corrobora Rosario Torrealba, propietaria del patio ubicado en la calle Céspedes número 10.

Situado junto a la Mezquita de Córdoba y con una vista privilegiada del campanario de este monumento, Rosario cuenta que su casa abrió las puertas al público por primera vez en 1968 por iniciativa de sus padres, ya fallecidos. Hoy sus cinco hijos mantienen viva esta tradición porque "es un nexo de unión" y porque los patios han visto nacer y crecer a varias generaciones de amigos y vecinos.

Atiende a los visitantes con una sonrisa y les cuenta la historia que albergan sus tapias. Cuando cae la noche y se queda a solas empieza a regar, sin prisa, y a primera hora de la mañana friega el recinto "para que cuando llegue el personal esté fresquito". Aunque es laborioso reconoce que "sarna con gusto no pica".

"Es un trabajo muy satisfactorio"

-añade- y "una manera de abrir Córdoba" a los viajeros.

Como parte de esta fiesta y desde 1921, el Ayuntamiento celebra en estas fechas el Concurso de Patios, que cuenta con dos modalidades: arquitectura antigua y arquitectura moderna o renovada, un certamen que ha ayudado a mantener esta tradición.

La distinción otorgada por la UNESCO supuso "un antes y un después" a la hora de atender al flujo de visitantes que atrae la ciudad en la primera quincena de mayo, según ha señalado la delegada de Fiestas y Tradiciones Populares del Ayuntamiento de Córdoba, Amelia Caracuel. Así, desde hace tres años se ha habilitado una plataforma online para adquirir los pases gratuitos y evitar las aglomeraciones que hasta entonces se producían.

Plataforma que, además, ofrece información para que el público sepa "qué se va a encontrar".

Además se han organizado rutas por los distintos barrios y mejorado los puntos de información de los 63 patios que este año se han abierto. Así, en la entrada de cada uno de ellos se ha colocado un código QR para que los visitantes conozcan la historia de cada casa o los premios obtenidos, de tal manera que, cuando se adentran en el interior, "los sentidos explosionan", según Caracuel.