Paula González se convirtió en la vencedora de “Gran Hermano 15” y, desde entonces se ha convertido en una fija en las redes sociales. Ahora, la joven tiene su propio canal en MTMAD y ha explicado cómo fue su pasado vinculado al mundo de la droga. La joven admite que empezó a fumar con tan solo nueve años. Además, ha explicado que ha pasado por ser adicta a los porros y a la marihuana.
El primer cigarro que fumó se lo robó a su madre y lo llevó al colegio
Paula González ya reveló hace bastante tiempo que tuvo una relación muy complicada con las drogas durante su adolescencia, pero en su momento no quiso dar más detalles sobre lo que había vivido.
Pues bien, esta semana a través de su canal en la plataforma digital de Mediaset, “Más de mí”, ha explicado con más detalles lo que ha vivido durante aquellos años. Ha dado este paso tras la insistencia de los seguidores de saber cómo comenzó todo. La joven recuerda que el primer cigarro que se fumó en su vida fue cuando apenas tenía nueve años, era un cigarro que le había robado a su madre, se lo llevé al colegio y lo quiso compartir con su grupo de amigas. Al principio le pareció asqueroso, estuvieron toda la semana con tos.
En su etapa en Hawai, tenía mucha facilidad para comprar marihuana
Así inició una nueva etapa en su vida donde se dejó llevar por sus estímulos, siempre por delante de sus posibilidades, sentía atracción por un tipo de relaciones que no le tocaban por su edad: relaciones sexuales, piercings, ropa muy extrema, tabaco, marihuana, tatuajes… En esa parte de su vida no quiso que formase parte su madre, a la que solía mentir y ocultar todo lo que había.
El problema surgió cuando su madre se percató de que la joven consumía marihuana. Esto provocó un montón de problemas en la familia y nunca llegaron a mejorar la relación, por eso las cosas no funcionaron entre ambas.
Por eso tomó la decisión de marcharse con su padre a Hawai, una elección que significó un antes y un después en su vida.
Su padre la puso a rajatabla, tuvo que aprender muy rápido y aunque al principio era un auténtico “coñazo”, terminó pidiéndole a su padre más labores. Pero esas responsabilidades no significaron que la joven abandonase el mundo de las drogas. Allí la joven tenía acceso a la marihuana, no había ninguna dificultad para que ella pudiera adquirir la droga.
Ella fumaba mucho, pero se lo ocultó a su padre para que no se enfadase: gastaba mucho perfume, estaba siempre con chicles y hasta se compró unas gotas para ocultar los ojos rojos tras fumar marihuana.
Esta adicción con el mundo de las drogas empezó a romperse cuando la joven entra en “Gran Hermano”, en cuya participación llegó a dejar de fumar hasta tabaco normal. Al salir de la casa volvió a fumar marihuana, aunque quiso hacerlo público. Y al darse cuenta de la influencia que tenía entre los más jóvenes, empezó a tener cuidado con lo que subía en las redes. Lleva tres años sin fumar y se siente mejor que nunca, con mucha autoestima.