El Goya de honor que ha recibido Pepa Flores ha hecho que muchos episodios de su vida vuelvan a la actualidad. Por ejemplo, todo lo que había logrado en su etapa como Marisol, cuando era la niña prodigio más importante de España. Cuando se convirtió en una preciosa adolescente de pelo rubio y enormes ojos claros, pero la presencia de sus tres hijas en el escenario recogiendo la estatuilla, también, hizo que muchos periodistas recordasen una etapa de la vida de Pepa. Una etapa que fue una ruptura total de su imagen de niña buena e inocente: su relación con Antonio Gades y su entrada por la puerta grande en el partido comunista.

Su relación con Gades rompió la imagen de niña del franquismo que arrastraba la artista

Pilar Eyre, que fue testigo en primera persona de aquella época, ha querido escribir un artículo en la revista “Lecturas” para recordar una historia de amor y desamor que marcó para siempre a la artista. Después de esta historia de amor, Pepa Flores decidió retirarse y no quiso volver a aparecer en los medios de comunicación. Y en el año 2020, sigue defendiendo su derecho al olvido y a ser una persona más que pasea con sus perros por las calles de su amada Málaga.

La pareja se conoció en primavera, en la capital madrileña, cuando Marisol decidió ir a la pizzería del bailarín con una amiga. La artista había vuelto de Barcelona tras romper con Joan Manuel Serrat, con el que había vivido un bonito romance.

Allí, nada más verse, algo surgió entre ellos. No se hablaron durante la noche, pero ella quedó impactada por el físico del bailarín que había abierto el establecimiento en pleno centro de Madrid, a espaldas del histórico Café Gijón. Desde ese día, Pepa se enamoró del bailarín hasta llegar a volverse loca, literamente loca de amor, como llegaría a decir.

Antonio se convirtió en lo único que le importaba en su vida, todo giraba alrededor del bailarín y estaba por encima de todo, incluso de sus propias hijas y su familia.

Ambos tenían una biografía bastante complicada y con puntos en común

En el caso de Gades, se había criado en una cueva en su querida Elda, en Alicante, en una familia muy pobre que se había mudado a Madrid con el objetivo de ser porteros.

Antonio era mucho más ambicioso que el resto de sus familiares y había nacido con un don para el aire. Ya había estado casado con la gran estrella Marujita Díaz y compartía su vida con Pilarín Sanclemente, con la que había tenido dos hijos y compartía casa en Altea.

Marisol ya estaba separada de Carlos Goyanes, el hijo de su representante, y era una estrella a nivel mundial. Todas querían ser como ella y había vivido un infierno durante su juventud (algo que se conocería varios años después). Una continua explotación por la que acabó odiando el mundo del espectáculo, pero ella no sabía hacer otra cosa.

Con Gades, la joven pasó de ser una estrella juvenil y ejemplo para las niñas españolas en pleno franquismo a ser una gran defensora del comunismo.

Llegó a decir, en una entrevista en Barcelona, que ella solo vivía para Antonio y para la revolución. A pesar de los insultos como “adúlteros” o “rojos”, a ella le daba absolutamente igual. Consideraba que su amor era más fuerte que todo eso.

Tuvieron tres hijas, llegaron a casarse en Cuba, en el año 1982, ante el propio Fidel Castro, pero, la relación no pudo seguir. Antonio Gades le era infiel a Pepa Flores con otras mujeres y, pocos años después de su enlace, el bailarín confirma su relación con Daniela Frey, una millonaria de nacionalidad suiza.