El cantante Julio Iglesias no recordará el año 2019 como el mejor año de su vida al menos, en los tribunales. A punto de terminar el año, el cantante ha visto como sus problemas legales siguen creciendo, esta vez, al perder ante el juez en una batalla legal con un pueblo localizado en Portugal.

Un tribunal del país luso ha decidido desestimar una reclamación por parte del cantante español por un concierto que tuvo lugar hace quince años y en el debería haber cobrado la cantidad de 325.000 euros. Pero, dicha actuación acabó siendo un fracaso absoluto.

Sin duda, Julio Iglesias va a tener pesadillas con Portugal después de todo lo vivido este año

Después de que el pasado mes de julio, el Juzgado de Primera Instancia de la ciudad de Valencia declarase que Javier Sánchez Santos, ciudadano de nacionalidad portuguesa, era hijo legítimo del artista, poniendo fin a una batalla judicial que llevaba treinta años en los medios.

El cantante era el plato fuerte de la inauguración del Estadio Municipal de la localidad pero no vendió lo esperado

Y ahora la economía del cantante se vuelve a ver afectada por un nuevo varapalo judicial en el país portugués después de que el Tribunal Central Administrativo de la zona Norte del país haya decidido desestimar la solicitud del representante del cantante de exigir 130.000 euros al Ayuntamiento de Barcelos, una localidad donde el cantante realizó un concierto en el año 2004.

De esta manera, se confirma la sentencia dictaminada, previamente, por el Tribunal Administrativo y Fiscal de la ciudad de Braga, que consideró que el Ayuntamiento no tenía ninguna deuda con el cantante.

El Ayuntamiento acusó a la empresa que representaba al cantante de haberles estafado

Hay que remontarse a hace quince años: Julio Iglesias fue contratado para ser la gran estrella de la inauguración del Estadio Municipal de la mencionada localidad.

El contrato fue firmado por la empresa que se encargaba de la representación del cantante en territorio portugués, Golden Concerts.

Se cerró por la cantidad inicial de 325.000 euros, pero a causa de las pocas entradas que se lograron vender, finalmente, se renegoció el pago de 50.000 euros y la total exclusividad para la compañía de representación para encargarse de la Fiesta de Año Nuevo.

El Ayuntamiento llegó a considerar que había sido estafado y, finalmente, se negó a pagar el “caché” del artista, lo que llevó a que a un primer juicio que consideró que el concierto realizado durante el año 2004 había sido un verdadero “fiasco” que invalidaba completamente el primer contrato firmado. Sin duda, el cantante no querrá saber nada de Portugal durante una temporada.