No es nada nuevo. Muchos de los concursantes del reality show más extremo de la televisión española creen ir a una suerte de vacaciones pagadas a Honduras para pasarse el día rebozándose en la arena y bañándose en el amor a la espera de pruebas que agiten la audiencia y luego se encuentran en el Caribe que la cosa es mucho más dura de lo que se podían imaginar.

Si algo está demostrado científicamente y admite poco debate es que la exposición a climas extremos, la falta de hambre y la debilidad física que se deriva de esta última generan una irritación evidente que es capaz de cambiar el carácter de cualquiera y mostrar su peor versión si las cosas se ponen feas.

Algo que conocen y explotan los promotores de un concurso en el que, a la semana de estar conviviendo con desconocidos en estas circunstancias, empieza de verdad a verse quién está preparado, quién no lo está, quiénes pueden ganar el programa y quiénes serán los que acaben abandonando antes de lo previsto.

Precisamente en este último capítulo, el de los abandonos, hemos estado muy cerquita de vivir el primero. Algo que, por otro lado, todavía no es descartable se acabe produciendo este domingo o el próximo jueves dado el estado de máxima debilidad del "robinsón" en cuestión.

Hablamos de Saray Montoya, quien el pasado jueves ya manifestaba una serie de problemas físicos, concretamente un dolor de espalda que los médicos aseguraron no le impedían participar en las pruebas y seguir perfectamente en el concurso, que no tardaba en pedir que la nominaran para exponerse ante el público primero y pedir la expulsión después.

Algo que la protagonista de los Gipsy Kings habría reclamado a sus colegas de concurso sabedora de que no puede seguir mucho más tiempo así de débil y en un entorno tan hostil como en el que se encuentra -quizás más fuera de su zona de confort que nadie en SV 2018- y que le evitaría tener que pagar la más que cuantiosa indemnización que cualquier Supervivientes debe abonar si abandona antes de ser expulsado.

Falta de solidaridad en Supervivientes 2018

Lo más llamativo de este asunto es que, a pesar de su petición, sus compañeros en Supervivientes 2018 no le están haciendo caso, tal y como se pudo ver en las nominaciones. Y es que parece que más de uno quiera verla sufrir bajo el pretexto de que las decisiones tan importantes no se toman en frío y que todavía es pronto como para estar convencidos de que lo que pide es lo que quiere y no se va a arrepentir. Su salida es cuestión de tiempo.