Aunque son varias las frases hechas con las que definir la peculiar idiosincrasia de Sálvame hay una en la que cuesta difícil disentir. Hablamos del clásico enunciado televisivo que reza aquello de: "Todo por la audiencia".
Y es que en busca de ese anhelado share, que parece justificar casi todos los medios, lo que el programa de corazón decano de la televisión patria está haciendo últimamente es de lo más cuestionable, al menos desde el punto de vista ético. Para muestra el botón del caso de Gustavo González y María Lapiedra que ha acabado con el primero abandonando la televisión con un trastorno psicológico de primera magnitud como lo es la ansiedad.
Pero la cosa no queda ahí.
No sabemos si con el fin de ayudar al personaje de turno, o solo con la intención de que nadie se despegue de la televisión si por una de estas sintoniza alguno de sus capítulos diarios en Telecinco, en las últimas horas este formato decidía destapar los problemas de adicción de uno de sus colaboradores.
Hablamos de Víctor Sandoval, quien a pesar de llevar tiempo sin dejarse caer por Sálvame, en las últimas fechas decidía acudir a la llamada de este espacio para someterse a lo que nuestros compañeros de Periodista Digital calificaban como "terapia de choque" en busca de remediar alguno de los males más peligrosos que le acechan.
Y es que, cabe recordar, que el periodista venía preocupando y mucho a sus allegados en los últimos tiempos, después de que se haya publicado que cada mañana le pidiera a Dios que le llevara con él.
Algo que de ser así dejaría claro que los problemas que este sufre son de consideración.
Terapia a la japonesa para Víctor Sandoval
En un intento de ayudarlo -o de mejorar los datos de audiencia- Sálvame le sometía a la conocida como terapia japonesa poniéndole los momentos de mayor gloria televisiva de su dilatada carrera que le dejaban aún más hundido.
Por si esto fuera poco, y después de repetirle todos los aspectos en los que este tiene que trabajar muy seriamente si quiere salir del pozo, llegaba el momento más surrealista de todos de la voz de una psicóloga que, además de certificar que pedir a Dios que se te lleve deja entrever trazas de conductas depresivas concluía que este era "adicto a las quejas".
Todo un escarnio público que el periodista puede aprovechar, o bien para empezar a levantarse, o bien para hacer caja. En sus manos está elegir el camino. Que tenga suerte, que parece la necesita.