Cada vez queda menos para que llegue la Nochebuena, la Navidad y el período de fin de año que en todo el mundo es sinónimo de familia, felicidad, nostalgia y buenos deseos, cuando no regalos.

A falta de conocer si Belén Esteban recibirá o no muchos de estos últimos y cómo de feliz le llegarán a hacer, si algo parece claro es que, a diferencia de lo que había venido sucediendo otros años las navidades de 2017 de la Princesa del pueblo se antojan mucho más difíciles que otros años a consecuencia de muchos factores que ya han llevado a varios compañeros a publicar sobre este asunto.

El primero de ellos, sin duda, es la ausencia de su hija Andrea Janeiro, más conocida como Andreíta. Desde que se marchara a inicio del curso universitario a Reino Unido, la de San Blas solo la ha visto durante unas horas. Las que duró su cumpleaños y en modo relámpago antes de volver a tener que despedirla y comprobar lo desangelada que está la casa sin su unidad más joven.

Si bien la intención de todas las partes es que se vuelvan a reunir, aunque vuelva a ser por otras horas, durante estas fechas, la elevada carga de trabajo a la que someten a los alumnos en el prestigioso centro Birmingham Metropolitan College, la diferencia vacacional entre un país y otro y los planes que esta haya podido hacer ya con su novio y la familia de este en Inglaterra harán que las navidades, en este sentido, no sean como las últimas que madre e hija habían pasado juntas.

A esto hay que sumar los inesperados problemas judiciales que se le acumulan a la colaboradora de Sálvame, quien pendiente de la resolución del recurso judicial planteada por Toño Sanchís ante la Audiencia, no llega a desconectar para nada de una situación que se agravará durante los primeros meses de 2018, después de que ya se haya confirmado públicamente la interposición de querellas contra la rubia más famosa de España.

Algunas de ellas, en el caso de admitirse a trámite, podrían llevar incluidas penas importantes.

Las duras navidades de Belén Esteban

Ni que decir tiene el hecho de que su chico, su único apoyo en casa y su todo en estos momentos, Miguel Martos, trabaje en el servicio de transporte de la sanidad pública madrileña. Un trabajo que se multiplica llegadas estas fechas ante un periodo en el que se reproducen las indisposiciones, los accidentes y que obliga a turnos a todas horas y turnos extra que este deberá acatar cuando se le indiquen.

Añorando a su padre, sin poder disfrutar como querría de su hija y su novio, y con problemas a la vista se antojan las navidades más duras de la vida de Belén Esteban.