La vida de Belén Esteban no fue siempre tan "fácil" como lo es desde que ha encontrado la estabilidad sentimental, económica, familiar y de amistades de la que ahora goza o, al menos, hace ver al mundo que disfruta cada día, eso sí, en ausencia de una hija con la que trata de hablar diariamente para que no se haga tan dura la separación física.

Desde su salto a los medios de comunicación, hace ahora más de dieciocho años, el paso por este mundo de la denominada princesa del pueblo no ha sido precisamente un camino de rosas, habiendo sufrido episodios que la han marcado de por vida y que han dejado un poso de evidente en su personalidad.

Momentos que esta no quiere volver a recordar, ni por asomo, en los medios de los que vive.

Hablamos, por ejemplo, de los primeros pasos de una relación con Jesulín de Ubrique que nunca llegó a ser bien vista del todo por la familia del torero. Así lo confesaba ella en sus primeras entrevistas y apariciones públicas previo pago de su importe indicando que nunca pudo sentirse una más en Ambiciones, donde solo la insistencia de su marido la mantenía allí dentro.

Poco después llegaría el nacimiento de una hija a la que, desde el primer momento, Belén Esteban supo que debía defender de todo y de todos -nunca pensó que hasta del entorno familiar del padre de la misma- iniciando una serie de procesos judiciales ante todos los que la mostraran o la mentaran mientras esta fuera menor de edad.

No tardaría en no soportar el fracaso de un matrimonio que ni el nacimiento de Andreíta pudo levantar y que la convertiría para toda España en esa mujer de barrio que llegó a tocar el cielo con un famoso y que acabó con el corazón roto y un mal de amores del que muchos aseguran nunca se ha recuperado.

Óscar Lozano, Dani DJ, algún desconocido y, finalmente, Fran Álvarez, hombre con el que esta se llegaría a casar en lo que fuera el inicio del peor capítulo de su vida.

Fue ahí donde comenzaron sus problemas de adicción que estuvieron a punto de mandarla al otro barrio en el que es, posiblemente, el capítulo más turbio de la biografía de la de San Blas.

Belén Esteban se niega a recordar los episodios más negros de su vida

Un año después de aquello, y gracias a la ayuda de muchos, esta comenzaba a ver la luz.

No tardaría en llegar Miguel Martos, el conductor de ambulancia que ella dice: "me salvó la vida", literal y figuradamente, cuando esta padeció alguna de las crisis de azúcar que la llevarían 18 días al coma, como conocíamos recientemente en el momento más delicado de su existencia.

Desde entonces todo ha remontado. A pesar de los problemas económicos y la aparición en la vida pública de su hija, nada parece ya imposible de superar. Eso sí, ella no quiere mirar al pasado ni comentarlo para evitar que le duela.