Nadie ha sido capaz de negarlo ni está en el orden de actuación que alguno de los protagonistas, directores o productores vaya a hacerlo en las próximas fechas: Sálvame está viviendo una revolución interna en busca de detener la sangría de espectadores que está sufriendo y con el objetivo de enganchar a nuevos tele espectadores.
De ahí que, tras la crisis de la marcha de Kiko Matamoros y la lucha que ha dejado muy tocada la relación entre la productora y Jorge Javier Vázquez o que haya cesado en sus funciones Raúl Prieto, uno de los padres del programa y director del mismo, se hayan precipitado en cuestión de muy poco tiempo amenazando a hasta cuatro colaboradores con perder el puesto.
Ese sería el caso de Lydia Lozano, Terelu Campos, Rafa Mora y Jesús Manuel.
A pesar de la incorporación al programa de Terelu Campos, la inminente llegada de Carmen Borrego y de la nueva sección de Alba Carrillo, lo cierto es que el viejo sueño de la dirección del programa de corazón decano de la televisión española todavía no han conseguido ficharlo, a pesar del seguimiento al que le tienen sometido desde hace años con la intención de convertirlo en colaborador de Sálvame.
Hablamos de Alessadro Lequio, colaborador estrella de El programa de Ana Rosa y a quien ya no esconden desde la zona noble de Sálvame les encantaría sumar a su tertulia. Un ejemplo de ello era Carlota Corredera hace muy pocos días cuando, al ser preguntado por ese colaborador al que le gustaría sumar a su mesa de debate, confesaba que, sin duda alguna, ese sería el 'conde' italiano.
Un sueño que por ahora no parece se vaya a hacer realidad, pero que dada la experiencia de Alessandro como comentarista televisivo de la crónica social patria, así como su vinculación con la cadena de Fuencarral lo convierten en un futurible claro a acabar formando parte del elenco de rostros conocidos que cada tarde se sientan a charlar sobre la actualidad más rosa.
Sálvame, en serio peligro
Ya sea el que fuera pareja de Ana Obregón o algún otro rostro de primer nivel televisivo, lo cierto es que los últimos datos de audiencia parece que no dejan lugar a dudas de que a Sálvame tan solo le quedan dos opciones: Dar un claro giro de timón que reenganche a los exiliados y capte a los espectadores de la competencia o echar el telón abajo y crear un nuevo espacio social desde cero y cambiando radicalmente el formato. No se sabe cuál puede acabar resultando más dramático.