Si hay un tema que está acaparando minutos de Televisión en "Sálvame" en los últimos días es el del aterrizaje en el programa decano de corazón de la televisión de Alonso Caparrós, nuevo miembro por derecho de la tertulia del programa vespertino con más audiencia de la televisión española.
Un presentador venido a menos en la última década tras triunfar a finales de los noventa y principios de los dos mil que, tal y como el mismo ha revelado, ha tenido que superar un difícil proceso de rehabilitación tras haber estado completamente enganchado a la cocaína hasta el punto de haber narrado entre lágrimas que un día, fue a comprar esta droga en plena mañana de la mano de su hija.
Un capítulo que, por suerte, da por concluido y que al parecer ha traído algunos recuerdos a los que son ya sus nuevos compañeros de mesa de tertulia como es el caso de Belén Esteban, quien ya ha comentado en varias ocasiones sus problemas de adicciones que como los de Alonso, forman parte de un pasado oscuro pero eso sí, no está de más recordarlo para saber de dónde se viene y de paso hacer pedagogía pública.
El último de esos recuerdos lo hacía Belén en la última emisión de "Sálvame", donde tras escuchar algunos de los detalles de la rehabilitación de Caparrós y de cómo lo ha tenido que afrontar su familia, se ha acordado de la suya propia dando detalles de cómo fue ese duro y costoso proceso.
Agradecida a quienes le prestaron su ayuda, Belén ha hablado del papel fundamental que jugaron su amiga Mariví, sus hermanos y muy especialmente su madre. Y es que en palabras de la Esteban, el proceso de recuperación se inició el día en el que todos ellos se dieron cuenta de que debían participar en él. Hasta entonces y aunque sabía que estaba mal, no pudo empezar de verdad.
Así fue el proceso de recuperación de las adicciones de Belén Esteban
Una de las cosas que más llamó la atención de la de San Blas fue la percepción que desde fuera tenían de ella. En este sentido, una de las personas que más distinta la veían era su inseparable amiga Mariví. No obstante, quien más cerca vivió todo ese proceso de curación fue su madre Carmen Menéndez.
Quizás el momento más complicado para todos durante la rehabilitación fue tener que volver a reconstruir la confianza entre ellos empezando desde cero. Algo que le costó especialmente a su madre, quien la llamaba hasta 20 veces al día para controlarla y saber cómo estaba. Tantas, que hasta el médico tuvo que llamarle la atención. Debía confiar en su hija y en los médicos. Gracias al amor de los suyos y su duro trabajo Belén acabó por recuperarse.