Dicen que como sucede con las máquinas tragaperras o con la tinta en la piel, las operaciones de estética crean adicción. La razón que estaría detrás de semejante deseo de retocar sin fin las supuestas imperfecciones que todo hijo de vecino encuentra en su físico sería tan evidente como peligrosa: siempre hay algo en nosotros que se puede mejorar. Sobre todo con el paso del tiempo.

Pues bien, ya sea adicción u obsesión por alcanzar la imperfección lo cierto es que uno de los personajes televisivos masculinos que más gustillo le está cogiendo a coger número en la famosa clínica de cirugía estética Bruselas es el bueno de Kiko Matamoros, quien apenas hace unos meses reaparecía con un nuevo rostro mucho más estilizado y sin arruga alguna donde antes sí las había y quien ahora vuelve a pasar por "chapa y pintura".

Algo que, como suele suceder en estos casos, el colaborador de Sálvame ha tratado de evitar se conozca a nivel público evitando entrar en detalles y que, sin embargo, y como nos gusta hacer a los periodistas, ya ha sido revelado al detalle por distintos mentideros que versan sobre la actualidad social y televisiva.

De esta forma nos enterábamos hace unas horas de que el nuevo retoque que Kiko Matamoros está a punto de incorporar a su imponente lista no estaría relacionado con el rostro, sino más bien con el cuerpo. Ese mismo que ha tratado de mantener en forma toda su vida a base de deporte y gimnasio para esculpir una musculatura que ha convertido en marca de la casa y que, ahora, con la edad, parece haber empezado a menguar.

Concretamente, la décima vez que éste se va a meter a un quirófano para pasarse el bisturí en busca de una mejor imagen, va a ser para estilizar su figura a través de la inserción en su abdomen de una banda gástrica que tiene como objetivo quitar la grasa abdominal que a los hombres, sobre todo llegada una edad, se les empieza a agarrar en la zona que rodea el ombligo.

Kiko Matamoros y su amor por el quirófano

Así pues, tras retocarse los párpados, las orejas, haber eliminado las bolsas de los ojos, haberse cargado las arrugas de la frente, haberse realizado un liposucción en la espalda y la zona lateral, haberse sometido a una una rinoplastia, haberse estirado el cuello y la cara y haber elevado sus labios ahora le toca al abdomen. A sus 60 años parece que no se le ha ido ni una pizca de esa vanidad que siempre ha mostrado. Su deseo parece claro: estar divino hasta el último día.