La noche comenzaba como suelen empezar los conciertos de Miguel Poveda, con la fuerza y magnificencia de los acordes "Para la libertad" del grandísimo Poeta del 27 Miguel Hernández. El artista salía al escenario con camisa y pantalón negro, prendas que contrastaban en color con una chaqueta blanca (como su alma de ángel) muy favorecedora bajo la cual asomaban algunas pulseras. Miguel es un hombre preocupado por su imagen y lo demuestra siempre en sus conciertos.

Poesía y libertad para comenzar

Cuando el artista salió, el aplauso del público interrumpió la Música y, tras unos segundos, volvió a sonar y Miguel se entregó por completo a la libertad que tanto ama y que tanto necesita el ser humano.

Es impresionante la fuerza que le imprime su voz al tema junto con los coros de Londro, Esperanza García y Daniel Bonilla.

Sabina dejó un mensaje en el que elogiaba al cantante con versos con los que empieza el tema "Enrique y Granada" del disco Sonetos y poemas para la libertad: "Cuando se cierre la veda, no habrá sonetos más jondos que los de Miguel Poveda", afirmación en la que, sin duda, no le falta razón.

El actor Jorge Lucas, presentador del concierto, saludó al Teatro Liceu de Barcelona en español y en catalán, y no podía contener la emoción de estar en tal evento. De hecho, él mismo expresó que se le salía "el corazón por la boca" y agradeció su presencia a los asistentes aclarando, además, que todo el dinero recaudado iría destinado a la investigación del Cáncer.

Y Poveda cantaba ahora con mucho gusto, aunque con el alma desgarrada: "Pero yo te sufrí, rasgué mis venas. Tigre y paloma sobre tu cintura. En un duelo de mordisco y azucena, llena pues de palabras mi locura o déjame vivir en mi serena noche del alma para siempre oscura". De este modo, rendía el primero de los homenajes a Federico García Lorca (luego habría más) con la composición "El poeta pide a su amor que le escriba".

Miguel es tan inmenso que trabajará en la poesía del granadino en su próximo disco. Tanto es así que ha estado realizando, en los últimos meses, un recorrido por los lugares que visitó el poeta y que le llevaron a escribir Poeta en Nueva York.

Tras esta increíble actuación, tuvo palabras de agradecimientos para el Doctor Pere Gascón, que es pionero en la lucha contra el cáncer.

Se acercó a él y le dio la mano con una sonrisa muy reconfortante que dejaba claro que compartieron un momento muy especial unos días atrás en el Hospital Clinic, donde esta eminencia explicaba a Poveda sus avances en lo que respecta a esa horrible enfermedad.

Miguel pasó 3 horas en el laboratorio

Cabe decir, no obstante, que el propio Pérez Gascón explicó que Miguel se pasó más de 3 horas en el laboratorio, lo que demuestra, en palabras del Doctor, que no solo fue "a hacerse la foto, media horita y ya está".

Ahora es Ana Belén quien comparte escenario con Miguel. Una mezcla de belleza, elegancia, sensualidad, delicadeza y profesionalidad interpreta junto a nuestro Poveda el tema "Donde pongo la vida, pongo el fuego", que ambos cantan junto a Miguel Ríos en el disco Sonetos y poemas para la libertad en el que, por cierto, también está incluido "El poeta pide a su amor que le escriba", que mencionábamos anteriormente.

Y es que, ¿qué sería de la vida sin fuego, sin poner todo el alma y entregarse al cien por cien? Eso estos dos artistas lo saben mejor que nadie y, prueba de ello, es la vitalidad que transmitían a partes iguales.

La emoción no abandona el escenario del Liceu cuando Manuel Carrasco sube a él y canta junto a Miguel Poveda el tema "Mujer de las mil batallas", dedicado, precisamente, a las mujeres que padecen cáncer. La letra es preciosa y alentadora, pero si a eso le sumamos la complicidad de los artistas y las lágrimas de emoción de Poveda, el resultado es único. ¡Ánimo a todas las luchadoras! Y como cantaban ellos en Teatro: "Un pasito más, que sí se puede. Uno y otro más, mujer valiente" porque, sin duda, "sigues tan bonita como ayer, no se despeina el alma".

"Quiero dormir un rato, un rato, un minuto, un siglo, pero que todos sepan que no he muerto". Un magnífico Ángel Ruiz aparecía en escena y nos recordaba sobremanera a García Lorca, al que de hecho interpretó también en uno de los capítulos de El Ministerio del Tiempo (obtuvo el Premio Unión de Actores al mejor reparto de televisión por este papel).

Estaba perfectamente caracterizado, vestido al estilo de Federico y recitaba con embrujo los versos de "Gacela de la muerte oscura". Poveda tomaba ahora el relevo al actor cantando "Fábula y rueda de los tres amigos", ese profético poema de Lorca en el que el autor expresa lo que sigue: «Ya no me encontraron. ¿No me encontraron? No, no me encontraron".

Todo ello un acompañamiento musical que estremecía y que envolvía por completo. Era como si pudiésemos ver al poeta granadino, como si pudiéramos usar una de las puertas del Ministerio de Javier Olivares y trasladarnos a esa época.

Málaga también quiso estar en Barcelona de la mano de la enorme Vanesa Martín. ¡Qué voz, qué sensiblidad, qué maravilla de artista! Era imposible no quedar asombrado ante la interpretación de Miguel y Vanesa (con un espléndido solo de guitarra de Jesús Guerrero) del "Hielo abrasador", de Quevedo, que expresaba desde tiempos lejanos que el amor es: "Un descuido que nos da cuidado. Un cobarde con nombre de valiente. Un amar solamente, y ser amado". Ojalá podamos verles actuar juntos muchas más veces porque si ya son magníficos por separado, cuando unen sus voces (y más si es por una buena causa) dejan sin aliento a quienes los escuchan.

Después, Poveda agradeció la gran ayuda de Pedro Guerra, que lleva la poesía en la sangre, en la selección de los poemas de su disco por temas como "Hielo Abrasador", precisamente. Juntos cantaron a Sabicas que es "Ese que guarda el secreto del arte". De nuevo, la música y la poesía se unieron para regalarnos un momento especial difícil de olvidar. La poesía no abandona el escenario y continúa de la mano de otro autor del 27, Rafael Alberti. En esta ocasión, el cantaor grita con fuerza y se pronuncia en contra de la guerra lanzando al viento un acertado: "Guerra a la guerra por la guerra", algo muy valiente por su parte y que debería ser el himno del siglo 21.

Por estos motivos, Poveda se da cuenta, en torno al minuto 40, de que "la vida iba en serio" y decide compartir con el público su enseñanza.

Compartió con los asistentes y los espectadores el magnífico y certero poema "No volveré a ser joven" de Jaime Gil de Biedma, demostrando así, una vez más, que la música es poesía y que la poesía es música. Alejandro Sanz, que tiene un corazón enorme y se vuelva siempre con las causas solidarias, quiso enviar también un mensaje de apoyo a todos y no fue el único, ya que más adelante aparecerían en la pantalla Raphael y Serrat.

El flamenco se apodera del concierto

Miguel quiso que los músicos que siempre lo acompañan tuvieran también el reconocimiento que merecen. Por ello, Jesús Guerrero, Londro, Chicuelo Y Daniel Bonilla, entre otros nos deleitaron por cañadillas. Llega el turno de las malagueñas, un cante que Poveda domina a la perfección y que abre con un quejío magistral y una técnica increíble.

Cierra el cante por abandolaos le cede el turno a Eva la Yerbabuena, gran amiga del artista, que baila por cantiñas gaditanas derrochando arte con cada taconeo y cada movimiento. Poveda la mira como un niño que ha descubierto un mapa del tesoro con esos ojos que solo tiene Miguel.

Cuando la actuación finaliza, el cantaor nos habla de su padre, Francisco Poveda, quien también falleció debido al cáncer. Recordaba que, ese asiento del Liceu que ocupó unos años atrás, lo ocupaba en ese momento Ángel, su hijo, un pequeñín por el que el artista se desvive. Con un gesto de profunda emoción dio paso a uno de los palos más emotivos y sentidos del flamenco: la seguirilla.

A continuación, los cantes más alegres se fueron sucediendo.

Comenzaron los tangos flamencos: "Vengo de mi Extremadura de ponerle a mi caballo de plata las herraduras". Y Miguel viajó hasta Triana con esos tangos trianeros que siempre le acompañan, y con el baile por el que es inevitable arrancarse cuando se cantan. Anuncia ya que va a cantar por bulerías de Jerez, pero la sorpresa es triple porque actúa con María Terremoto, hija de Fernando Terremoto, gran cantaor fallecido también a causa del cáncer. María lleva en su voz la flamencura jerezana, ese pellizco, ese duende que tienen sus gentes y que es imposible no adorar. Jerez sigue en el escenario porque se suma Antonio el Pipa. Con chaqueta roja y camisa blanca alza los brazos y expresa la magia del flamenco con su baile.

La copla no es un género chico

Después de alcanzar el clímax en el flamenco, vamos acercándonos a la copla de la mano de Joan Albert Amargós (quien colaboró con Poveda en "Las coplas del querer") al piano y con las palmas y los violines. De nuevo, hubo tiempo para disfrutar de la música instrumental.

Los instrumentos siguen adquiriendo relevancia porque ahora es Ara Malikian (toca "Balada para un violín" para Poveda en su disco) quien interpreta coplas como "Ay, pena, penita, pena" y Miguel comienza su ronda de coplas, un género que siempre ha defendido, que todos deberíamos reivindicar como un género grande, pero que, por desgracia, tiende a infravalorarse por ignorancia y desconocimiento.

El volumen y la velocidad de la música se incrementan y nace "Vente tú conmigo" que él interpreta con un gusto exquisito y un sentimiento que conmueve.

A esto hay que sumarle el piano de Amargós y el violín de Malikian. ¿Puede haber algo más bello? Sobran las palabras, al igual que cuando decide recordarnos que uno puede enamorarse "En el último minuto" y querer "A ciegas".

Y si la copla es poesía, poesía era también lo recitado por Jorge Lucas cuando Miguel le pregunta qué le ha enseñado a él el cáncer. Esa pregunta da pie a una respuesta poética en la que hay frases como: "Entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos 60 segundos de luz" o "Si supiera que hoy son los últimos momentos que te voy a ver, te diría 'te quiero'. Y no asumiría tontamente que ya lo sabes", verso tras el cual ambos lloraban emocionamos. Esta carta, que se atribuía originalmente a Gabriel García Márquez, resultó ser un texto de Johnny Welch titulado "La marioneta".

Y tras más de 2 horas de magia, el concierto finaliza con otro guiño a la libertad con la colaboración de la enorme y maravillosa Niña Pastori para el tema "La leyenda del tiempo", tal vez el más conocido de Camarón, aunque pertenecía a Lorca. El público no olvidará esas 2 horas y media de arte, sensiblidad y estremecimiento, pero tampoco olvida que hay artistas comprometidos con las personas que atraviesan situaciones delicadas y que son tan generosos como para prestar su imagen a causas como la investigación del cáncer.

¡Enhorabuena y mil gracias a todos los que hicieron posible "Música para la investigación"!