Tras un conocido reportaje emitido este pasado lunes en el programa "En el punto de mira", de Cuatro, en Telecinco querían conocer los últimos detalles y, por tanto, un equipo se trasladó al lugar de los hechos, Ibiza, para así ver mejor lo que estaba sucediendo y la realidad que se vive en la isla. En concreto con un tema que desgraciadamente se está convirtiendo en un asunto de actualidad desde hace varios años, la venta y alquiler de pisos a los okupas de una forma ilegal.

El programa de Ana Rosa trata el tema de los okupas

Después de que este caso saliera en el programa mencionado antes y emitido por Cuatro, este pasado lunes un reportero de El programa de Ana Rosa conectaba en primera persona para hacerle preguntas a una persona que en un principio había sido acusada de ir vendiendo pisos a estos okupas sin que fuesen de su propiedad, un curioso y presunto dato que, de confirmarse, todos sabemos que está tipificado en el Código Penal.

Desde un primer momento, la tensión era latente y no se respiraba un ambiente agradable, sino más bien hostil, típico de cuando alguien intenta ocultar algo y se notaba aún más cuando el responsable del programa, Joaquín Prat, le pidió a este "vendedor" que abriera el grifo para comprobar si era verdad que no había agua. En vez de acceder, el entrevistado se mostraba violento y agresivo en directo, negándose a hacer lo que el periodista le pedía, algo que hacía sospechar y subir la tensión de momento empezando a verse cómo iba a terminar.

Joaquín Prat se encontraba tenso ante la actitud defensiva del entrevistado, el cual se negaba a abrir el grifo. Después de esto se trasladaron al salón donde nuevamente el colaborador de El Programa de Ana Rosa volvía a pedirle que hiciera algo para demostrar que era cierto que no contaban con las instalaciones necesarias para la supervivencia, como son la luz y el agua.

El presentador de El programa de Ana Rosa pidió al entrevistado que encendiese la luz

Al decirle que por favor encendiese el interruptor de la luz, volvió a negarse y, de pronto, todos, tanto los colaboradores como la audiencia, pudieron ver cómo se encendía una bombilla, demostrando que el presunto estafador había estado mintiendo todo el tiempo.

El entrevistador no pudo más y después de aquello anunciaba que por su parte no tenía nada más que decir. Se demostró claramente que el vendedor de Ibiza no decía la verdad y a las pruebas nos remitimos. Eso sí, nadie le quita a Joaquín Prat los momentos de tensión vividos.