Carlos Herrera entrevistó a la religiosa que fue agredida hace muy pocos días en Granada, Sor Rosario, la cual recibió un puñetazo por parte de un hombre al que no conocía.

Carlos Herrera habló con Sor Rosario

Sor Rosario le contó en la entrevista al locutor que aún se encontraba muy dolorida por los golpes recibidos y procedió a contarle su versión de los hechos. Todo transcurrió una mañana en la que Sor Rosario acompañaba a niños de primaria de los que ella y el resto de hermanas de su congregación se encuentran al cargo. De pronto vio a un chico que le venía de frente y se echó hacia un lado al sentir que se dirigía hacia ella, y ahí fue cuando sintió el golpe de frente y le dijo que se lo propinaba por ser monja.

Rosario tiene los pómulos muy hinchados y la nariz quebrada y, por supuesto, un miedo que no se le va a ir tan fácilmente. Una monja de la Congregación de Esclavas de Inmaculada Niña a la que golpearon sin previo aviso al parecer, solo por desempeñar su fe.

Sor Rosario volvía de llevar a los niños al colegio

Según ha contado Sor Rosario a Carlos Herrera, se trataba de un chico joven, sobre los veinticinco años, de complexión fuerte, con el pelo rizado y que iba vestido de negro con camiseta y bermudas. La religiosa se percató de un detalle curioso y era que el chico tenía la piel de las piernas con varias cicatrices. Sor Rosario, ese día, iba vestida de seglar. Las hermanas de su congregación cuentan con ese permiso, algo que ha hecho sospechar al ABC, según ha recogido Leo Rama, el chico que la agredió, que ya conocía de sobra quién era ella a pesar de que Rosario no.

La familia de Sor Rosario reside fuera de España y por el momento no ha tenido conocimiento de este incidente. Ella tampoco ha querido preocuparles, ese es el motivo por el que prefiere seguir en el anonimato y salir únicamente lo necesario ante las cámaras. No quiere saber nada de vídeos, solo lo que es el hecho de recordar la versión de lo sucedido.

Los comentario de Carlos Herrera al respecto

El locutor quedó muy sorprendido ante las declaraciones de la Hermana, que estaba muy asustada, a lo que no dudó en decir que, al agresor, lo único que le había pasado es que se le había cruzado el cable, como a otros muchos y que aquello era perseguible igualmente como un delito de odio religioso y de intolerancia.

Herrera afirmó que esperaba que encontrasen al sospechoso cuanto antes, algo que estos días en redes sociales ha sido muy criticado porque parece que este tipo de maltratos religiosos no son tan criticados por los colectivos feministas.