La canción "Don't stop believing" del grupo Journey siempre quedará ligada a los últimos planos de la serie. Tranquilos los que no hayáis visto ese impactante final, que no os voy a hacer spoiler, pero todos aquellos que si lo hayan visualizado, les será imposible no sentir cierto escalofrío al recordarlo.
¡Qué manera más elegante, sorpresiva y valiente de terminar una serie tan impactante! Nadie pudo esperarse un final que decidía tratar bien a la inteligencia del espectador que durante tanto tiempo lo había acompañado. De hecho, la serie de la HBO se había caracterizado por ofrecer un producto de mucha calidad que intentaba dar unos valores cinematográficos a sus episodios.
Algo que previamente solo había hecho Twin Peaks.
El mundo mafioso de Martin Scorsese para la televisión
Eso fue lo que pensé cuando allá por el 2000 vi el primer capítulo en Canal +. Era como mezclar "Uno de los nuestros" y "Casino", esa mafia callejera de Nueva York (en este caso Nueva Jersey), con sus problemas vitales y existenciales, que no solo se dedican a realizar actividades ilícitas sino a afrontar sus preocupaciones habituales. De hecho el homenaje y el punto de inicio eran tan claros, que el personaje de Christopher Moltisanti en el primer capítulo iba a un local de moda y se encontraba con el propio Scorsese (interpretado por un actor).
La acción se centraba principalmente en un mafioso llamado Tony Soprano.
Un tipo grande, enorme, terriblemente violento, capaz de destrozar a una persona con un bate de béisbol sin despeinarse. Un tipo realmente duro, pero con serios problemas emocionales, por lo que en secreto acude a una psiquiatra, la Dra. Melfi (interpretada por la actriz Lorraine Bracco, precisamente nominada al Oscar por "Uno de los nuestros") sin estar para nada convencido y con el miedo de que alguien en su organización pudiera pillarle y con los prejuicios propios de su submundo pudiera hacer mofa de ello.
Esta trama no era original. El año anterior había salido en cine "Una terapia peligrosa" con exactamente el mismo argumento aunque con forma de comedia, en la que Robert De Niro era el mafioso y Billy Crystal el psiquiatra. De hecho este planteamiento estaba basado en la historia real del mismísimo Al Capone, que contrató a un "loquero" para ayudarle con sus depresiones, pero avergonzado más tarde hizo que lo mataran para que no revelara nunca sus pensamientos más íntimos.
James Gandolfini, el eterno gánster de la pequeña pantalla
Fue este actor neoyorkino, quien tampoco era una celebridad aunque había dejado patente su buen hacer interpretativo en varias películas como actor secundario como en "Amor a quemarropa" o en "Perdita Durango" de Alex de la Iglesia al lado de Javier Bardem, el destinado a encarnar al mafioso más entrañable y temible jamás visto.
La elección de Gandolfini, fue simplemente perfecta. Creó a ese Tony Soprano agresivo y violento, pero débil, leal y encantador... adúltero pero también familiar y responsable... capaz de intimidar al más fuerte y poderoso, pero incapaz de hacerlo con su propia madre. Producía un montón de sensaciones en cada capítulo, ya que a ratos le compadecías, incluso te caía bien y al siguiente momento eras incapaz de no contemplarle como un monstruo.
No era solo él, el resto del reparto, basado en dar papeles a buenos actores por encima de nombres, fue la clave para unas interpretaciones tan contundentes y homogéneas. Entre todas se podría destacar a Eddie Falco (Carmela Soprano, la esposa de Tony), Michael Imperioli, el ya mencionado sobrino de Tony, Christopher, obsesionado por el cine, capaz de agobiar a Sir Ben Kingsley para que leyese un guión que había escrito o al mismísimo director de "Ironman", Jon Favreau. También secundarios de películas de Scorsese como Tony Sirico (ese Paulie inolvidable, siempre en chándal), Dominic Chianese, el "tío Junior" que ya había encarnado a Johnny Ola en la madre de todos los films de mafia, El Padrino II, un sorprendente Steven Van Zandt (bajista de Bruce Springsteen) como Silvio, obsesionado por imitar a Al Pacino o el gran Vincent Pastore.
Gracias David Chase
Por hacer una serie destinada al público adulto donde cada episodio tenía unas tramas estupendamente bien escritas, orientadas a dar una gran calidad al espectador medio, que lo hiciese pensar, reflexionar y tener contradicciones ante lo que visualizaba. De hecho, el creador de Los Soprano ya había dejado patente su buen hacer en otra de las grandes Series de la historia como "Northern Exposure", que conocemos en España como "Doctor en Alaska".
Terence Winter, uno de sus principales guionistas, con bastante lógica y criterio, terminó trabajando con el director que les inspiraba a la hora de hacer su creación, el mismísimo Martin Scorsese escribiendo el guión de la fantástica "El lobo de Wall Street".
No solo el final, sino el el principio y la calidad que se daba a cada episodio, a cada trama y a cada personaje hace que probablemente haya sido el producto con mayor categoría que se haya efectuado para la pequeña pantalla.
En 2013 murió de un ataque al corazón James Galdolfini. Me afectó al enterarme de la noticia, ya que alguien como Tony Soprano, que se había convertido tan familiar en nuestras vidas, llegué a pensar que era inmortal.