Después de unas semanas en las que el programa semanal dirigido por Ana Pastor, ha estado centrado en la política internacional, sobre todo en los recientes comicios en Francia, que ha acaparado casi toda la atención mediática hasta su desenlace el pasado domingo; en la edición de esta semana volvía la Actualidad nacional a ocupar el lugar central del espacio. Y el invitado estrella fue el siempre polémico portavoz del grupo parlamentario popular, Rafael Hernando.
La entrevista comenzaba con el tono habitual y comúnmente aceptado. Dirigiéndose el uno al otro de "usted" con la cortesía debida, aunque no exenta de tensión, desde el minuto uno. Hernando recriminaba a Pastor que hiciera "crónica de tribunales", con respuestas del tipo, "déjeme que le diga", "mire usted, la corrupción ha afectado a todos los partidos", etc.
Pero a los pocos minutos Hernando cambió radicalmente el tono. Tampoco es que se viera especialmente incomodado por las preguntas, muy incisivas, de Ana Pastor. Sabemos que Rafael Hernando tiene esa habilidad insuperable de permanecer impertérrito en este tipo de apariciones televisivas.
Pero llegado un punto de la entrevista, parece que decidió lanzarse al ataque y empezar a tutear a la periodista y se olvidó de la fómula de cortesía. Se guardó el "usted", y comenzó a interpelar con formulas mucho más directas: "Ana, este es un partido de 800.000 militantes". "Yo en eso no me meto, Ana". "Ana, eso está en los tribunales", "eso no es verdad, Ana", etc. Al principio el cambio de tono perecía pasar desapercibido para la entrevistadora, aunque en cierto momento, después de quizás, la interpelación más dura del político del PP, repetida en dos ocasiones consecutivas al responder sobre la financiación de los partidos, hizo a Pastor soltar cierta expresión de desesperación. Por dos veces oyó a Hernando repetirle: "Te digo una cosa, Ana...", y el gesto de la presentadora pareció buscar el apoyo de sus redactores.
Lo cierto es que el tono "perdonavidas" de Rafael Hernando no es ninguna novedad. En innumerables ocasiones nos ha premiado a los televidentes con esa actitud tan suya y tan desaconsejable para un portavoz. Pero en ciertas ocasiones resulta especialmente acuciada y revestida de una condescendencia muy molesta. Como fue el caso de esta entrevista en El Objetivo.
Debemos recordar la fama de duro que tiene entre sus colegas parlamentarios, incluso los de la oposición. El mismo Pablo Iglesias ha llegado bromear sobre ello en más de una ocasión. Y no es para menos si revisamos aquel famoso intento de agresión al entonces portavoz del grupo socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba. Tan sólo la rápida intermediación de otros diputados presentes evitó el contacto físico.
En lo informativo la entrevista dio poco de sí. Con un portavoz enrocado y dedicado exclusivamente a echar balones fuera poco se puede hacer. Quizás lo más remarcable sea la afirmación de que Rajoy, lo único que haría yendo a declarar en persona a la Audiencia Nacional sería "perder una mañana". Sobre la polémica petición del presidente del comparecer por videoconferencia.