Ya no tiene solución. Lo que sucede entre dos de las colaboradoras habituales de Sálvame, Mila Ximénez y Lydia Lozano, está tan enquistado que nada ni nadie podrá revertirlo, por mucho empeño que le ponga.
Esto es lo que se ha venido repitiendo en los pasillos de Telecinco en relación al capítulo más bochornoso vivido nunca en el plató del programa decano de la televisión española tras la triste pelea en la que tanto Mila como Lydia estuvieron más cerca que nunca de llegar a las manos después de volver a poner en evidencia que el odio que se profesan sigue sin llegar a su tope.
Y es que, si bien es una síntoma de muy mala educación faltar el respeto a una persona con la intención de hacer daño, mucho más lo es hacerlo en público, y ya no veamos en directo en un programa de máxima audiencia en su franja, lo que multiplica el daño y, por cierto, violenta sobremanera a una audiencia que no está muy por la labor de shows de este tipo.
Así lo entienden en Mediaset donde creen que Mila Ximénez ha pasado varias líneas rojas llamando "chupaculos" a su compañera de programa, teniendo como respuesta un 'bocasucia' de su contendiente en una guerra que puede dejar pronto dos víctimas por el camino, ya que los mandamás de la cadena de Fuencarral creen que puede ser el momento de advertir a Mila que, a la próxima pérdida de papeles perderá su puesto de trabajo y a Lydia que, si sigue por esa senda, recibirá la misma advertencia que su rival.
Más allá de esto muchos de los tele espectadores se preguntan de dónde viene tanta inquina, y es que su rivalidad no se ha creado, precisamente, en dos días. Ni mucho menos.
Mila y Lydia no se pueden ni ver desde hace años. Varios encontronazos en antena, el hecho de que algunas amistades de la una sean enemigos de la otra, con terceros metiendo entre ambas, y la realidad de que después de encontronazos, lejos de buscar la reconciliación, echaran sal a las heridas dudando de la profesionalidad, y lo que es peor, de la persona, han hecho que su enemistad sea irreconciliable.