Hace 20 años, TV3estrenó una serie que no tenía precedentes. Los espectadores catalanesconectaron con ella rápido, y pese al tiempo transcurrido, aún se acuerdan deella. El título original aludía al distrito barcelonés de Poblenou, rehecho porlos Juegos Olímpicos de 1992, como toda la ciudad. Era una serie diaria,para la cual sus creadores se inspiraron en la serie británica “Gente delbarrio” y en la australiana “Vecinos”, ambas de muchos años de emisión en suspaíses y de gran éxito al pasarse por TV3.
Al principio, notodos confiaban en ella.
TVE dejó de hacer Series diarias por los altos costesde producción. Televisió de Catalunya pidió rodar primero 40 capítulos paraprobar si funcionaban. El prestigioso dramaturgo Josep Maria Benet i Jornetcoordinó al equipo de guionistas y le dio su toque de drama social al dramacostumbrista que pedía la cadena. Cuando empezó a emitirse, antes de dos mesesya tenía un 39 % de audiencia media.
Es la historia de lafamilia Aiguader, el matrimonio de Antonio (Miquel Cors) y Rosa (MargaridaMinguillon), y los hijos Fernando (Joel Joan), Ana (Gemma Brió) y Martín (QuimGutiérrez), a los cuales un día les toca la Lotto 6/49 (la Loto catalana), conla que pueden rehacer su vida. Se compran una nueva casa en el Poblenou, máslujosa.
Antonio reforma la bodega de una tía suya y hará allí un supermercado.
Se les unirán todaclase de personajes, que formarán una colmena que mostrará a la vez la vida deentonces en el Poblenou (la parte vieja y la nueva), la de Barcelona y la deCatalunya entera. Símbolo de ello serán las “cortinillas” de los edificiosTorres Bessones (Torres Gemelas), nuevo símbolo del barrio.
Los guionistastrabajaron con libertad e incluso con riesgo, pues al principio, a TV3 y a CiUno les caían bien personajes como el del cuñado Javier (Jordi Boixaderas),homosexual, ni tampoco el de la prostituta Esther (Laura Conejero), de quien seenamorará Fernando. Pero una encuesta que hizo la cadena, descubrió que elpúblico estaba encantado con los personajes, y la serie continuó su caminotriunfal.
Benet i Jornet le dioun estilo a los diálogos que parecían de Woody Allen o de Éric Rohmer, dondehasta los personajes menos cultos hablan con estilo literario. Los actores,todos ellos formados en el teatro y el doblaje, sabían recitarlos como nadie. La serie tenía unafrescura y los personajes tanto carisma y simpatía, aunque fueran los “malos”, quehoy cuesta encontrar algo parecido en otras posteriores, pese a que TV3 siempreha cuidado la calidad de sus series. La gente de a pie hablaba por la calle decada capítulo, como si las desventuras de Rosa le ocurrieran a ellos mismos.
El capítulo final (el192), récord de audiencia las Navidades de 1994, supo cerrar coherentemente lahistoria, pese a su final agridulce (Antonio y Rosa se divorciaban), pero comoen las películas de Chaplin, mostraba que “mañana sería otro día” y pronto reharíansus vidas, sin tragedias.