La presidenta Ayuso no da una a derechas ni a izquierdas, según la mayoría de cronistas políticos y el último fiasco ha sido aceptar una escultura para homenajear a las víctimas de la pandemia y a quienes con su esfuerzo han conseguido salvar a la mayoría, donada por Víctor Ochoa escultor de 66 años, sobrino-nieto del premio Nobel Severo Ochoa. El escultor es muy conocido en sedes del Partido Popular, que por lo visto le sirven de inspiración.
Historia de una escultura
La escultura, ha sido colocada en el patio de la Real Casa de Correos de Madrid e inaugurada por la presidenta de la comunidad, Isabel Díaz Ayuso y por el insigne escultor. Repasando el Instagram De Víctor Ochoa, se puede ver cuando fue tallada la pieza, justo hace tres años, durante aquel tiempo tan feliz en el que nadie podía vislumbrar el horror que estamos viviendo.
Así describía su ‘obra’ el escultor: ‘Incapaz de mantener el equilibrio de mis sueños sobre una realidad amenazante y trascender a un tiempo con tradiciones de este oficio, decidí alterar esas herramientas primitivas y dejarme llevar’.
Desde luego una cosa es cierta, se dejó llevar y no ha dejado a nadie indiferente, creándose memes muy divertidos, desde los que dicen que la estatua representa a Predator, hasta los que ven en ella a un fantasma defecando o 'una mierda pinchada en un palo'. Las redes son un clamor en contra de lo que consideran una mamarrachada y encima hora descubrimos que es un fraude.
El diario digital ‘eldiario.es’ ha hablado con Víctor Ochoa
Puestos al habla con el escultor, este se ha mostrado firme en su concepción de la obra y coincide en que la parte superior representa a un fantasma (las redes sociales vuelven a acertar) y que: ‘no tiene rasgos, es un rostro ideal que nos representa a todos’. Sin duda esta nueva atrevida afirmación volverá a generar polémica.
Para él, ese es el mejor emblema que puede tener el COVID-19. Tan convencido está de haber pergeñado una obra maestra que intenta representar algo, que asegura: ‘No hay más que ver la pieza para darse cuenta de que tiene todo lo que nos ha ocurrido en esta crisis’. Respecto al quid de la cuestión, Víctor Ochoa tira balones fuera con gran convencimiento, diciendo que las piezas conmemorativas se sabe cuando se comienzan, pero no cuando se acaban y que por ejemplo su obra El Zulo de seis toneladas, en honor a las víctimas de ETA, la comenzó en 1990 y no fue inaugurada en Cartagena hasta el 2009.
Olvida el escultor que ETA y sus víctimas por toda la geografía española ya existían mucho antes de 1990, pero el Coronavirus en 2017 no era ni siquiera predecible.
Alguien tendría que decirle que no cuela y que ya que lo han cogido con el carrito del helado, un poco de humildad hubiese sido lo deseable, o por lo menos tener preparada una explicación más plausible.
Un fauno mitológico
La verdad es mucho más simple. La escultura en origen representaba un fauno mitológico al que el escultor no le encontraba sentido y por eso la tenía guardada en su casa, que debe ser de enormes dimensiones. Un día y como un nuevo Arquímedes, vio que podía representar lo que estamos viviendo y ser un símbolo y al grito de ¡Eureka! Hizo unos retoques y llamó a la Comunidad de Madrid para donarla. La generosa donación le ha costado en materiales 273.000 euros y según él no ha recibido más promoción por estar gobernando en Madrid el Partido Popular. Ochoa no le encontraba sentido a su 'fauno', el público madrileño sigue sin encontrárselo.