2.472 actos terroristas y 858 víctimas, el 40% de ellas civiles, es el saldo de la actividad de ETA en sus casi 60 años. Atrás quedan los macabros recuerdos del asesinato de Miguel Ángel Blanco, el de Hipercor, en 1987, los de numerosos guardias civiles, o el de Fernando Múgica, en pleno San Sebastián. ETA lleva siete años en alto al fuego permanente, y algo más, desde 2009, sin derramar sangre.

Las últimas víctimas, dos guardias civiles en Palma de Mallorca, hace ahora nueve años.

Está previsto que este viernes se emita en un canal internacional un vídeo en el que hará pública su disolución, se ponga punto y final a una era, según lo recogía Europa Press. De hecho ayer ya se hacía pública una carta emitida por ETA, a fecha de 16 de abril, en el que anunciaba la desmantelación de todas sus estructuras, y daba por concluido su “ciclo histórico”, después de casi 60 años de actividad, con el objetivo de culminar un proceso de comenzó en 2010. Eso sí, la banda terrorista reconocía en el comunicado que, aunque esta decisión cierra el círculo de 60 años, no es menos cierto que “no supera el cambio que Euskal Herria mantiene con España y con Francia”. El conflicto, añadían, no comenzó con ETA y no va a culminar con la extinción de ETA, y aunque reconocían su parte de culpa, también opinaban que “ha habido falta de voluntad para solucionar el conflicto”, lo que ha provocado un alargamiento del conflicto por parte de las diferentes partes.

'No es el final que merecen las víctimas'

En todo caso, la banda terrorista reconocía el dolor causado por su lucha, y aseguraba que el País Vasco está ante una “oportunidad de construir un futuro entre todos y cerrar el ciclo del conflicto”. Lanzaba, eso sí, una advertencia clara: no se debe dejar que los errores del pasado se repitan, o que los problemas se pudran porque ello no sería sino fuente de nuevos problemas.

En cualquier caso, no había un perdón explícito a todas las víctimas, y desde COVITE, su presidenta, Consuelo Ordoñez, opinaba que “no es el final que merecían las víctimas”. Por su parte, el filósofo Fernando Savater, o Maite Pagazaurtundua, insistían en que el hecho de que desaparezcan las siglas no implica en ningún caso que desaparezca un proyecto político que ya ha sido asumido por muchos ciudadanos que refrendan la violencia.

Lo decía ayer, en una rueda de prensa en la que se presentaba el manifiesto “ETA quiere poner el contador a cero”, que cuenta ya con más de 40.000 apoyos, y promovido por intelectuales y víctimas para que se esclarezcan los más de 300 crímenes que aún hoy no se han resuelto.

'ETA todavía puede reconocer el daño causado sin distinciones'

Precisamente respecto al daño causado, el lehendakari Iñigo Urkullu afirmaba que “ETA todavía puede reconocer el daño injusto causado sin distinciones”, asegurando además que la banda terrorista “nunca debió existir”. Lo decía en una entrevista en El País, donde opinaba que la disolución será “unilateral, efectiva y definitiva”, además de creer que esta disolución “es algo que ETA le debía a la sociedad vasca”.

El mensaje de Urkullu era claro, “quienes hayan provocado la violencia o la hayan justificado deben reconocer ante la sociedad vasca el daño injusto causado. Deseo y espero que lo hagan. Creo que ahora mismo estamos en el ejercicio de buscar los pronunciamientos más cómodos para una organización terrorista que tiene pavor a que se interprete que lo suyo no ha servido para nada y a que se considere una derrota. Y no. Aquí hemos perdido todos. No hay vencedores ni vencidos”.