Corría el año 1984 cuando el perverso François Mitterrand, a la sazón presidente de Francia, ideó un plan que creyó que sería el definitivo para mantenerse en el poder durante décadas. Por aquel entonces en Francia los partidos que luchaban por ostentar el poder, eran el Partido Socialista y la Unión por un Movimiento Popular.

El plan de Mitterrand consistía en dividir el voto de sus rivales y para ello necesitaba que el Frente Nacional, que por aquel entonces tenía menos de un 2% en intención de voto, comenzara a tener repercusión en los medios de comunicación.

Así pues, el Frente Nacional liderado por Jean-Marie Le Pen, comenzó a tener una presencia insólita en la televisión pública francesa. Tal y como recoge Franz-Olivier Giesbert en su libro ‘’El Presidente’’, en el que hace un repaso a la trayectoria de Mitterrand, el primer ministro Beregovoy respondió a los periodistas cercanos al Partido Socialista que preguntaban con estupor qué estaban haciendo: ‘’Tenemos el mayor interés en promocionar al Frente Nacional, porque hace imposible la elección de la derecha. Cuanto más fuerte sea el Frente, más invencibles seremos nosotros. Es una oportunidad histórica para los socialistas’’.

Los socialistas franceses creyeron estúpidamente, que los votos que el Frente Nacional iba a obtener, procederían del electorado de la UMP.

El plan funcionó, el Frente Nacional pasó de tener un 1’8% de los votos a tener el 14%. Sin embargo, la mayoría de su electorado estaba y está compuesto por antiguos votantes izquierdistas, principalmente residentes en las periferias, hartos del caos migratorio que lleva padeciendo Francia décadas y amantes del intervencionismo que alaba el Frente Nacional.

Pero no sólo eso, el Frente Nacional consiguió llevarse a gran parte del electorado del Partido Comunista, que pasó de tener un 15% de los votos a un 6%.

Y esa misma estúpida idea es la que Soraya Sáenz de Santamaría, quizás la más siniestra de todas las políticas actualmente, es la que ha aplicado en España. La ahijada de Mariano, ante el descalabro que el Partido Popular sufría en las encuestas tras dos años en el poder, decidió que, para poder seguir gobernando, la única opción era dividir el voto de la izquierda.

Y ahí, llegaron los tontos útiles de Podemos. Las encuestas pronosticaban que un pacto entre el PSOE y UPyD, harían pasar a la oposición al PP. Así pues, Soraya decidió rescatar a ‘’La Sexta’’, que estaba absolutamente quebrada y destinada a la extinción, para permitir una fusión con Antena 3, a pesar de que la CNMC (Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia), la declaró ilegal porque instauraba un duopolio televisivo en los medios de comunicación.

A partir de ahí, nació el pestilente grupo Atresmedia formado por Antena 3, La Sexta, Onda Cero, La Razón, etc. Le entregó las televisiones a Podemos y consiguió eliminar cualquier atisbo de esperanza para que existiera una alternativa seria al PP.

Hoy en día, más del 60% de los españoles reconoce en una encuesta elaborada por el CIS, que, sí se informan a través de alguno de estos medios. Eso sí, siempre hay necios que creen que Marhuenda se lleva muy mal con Ferreras, cuando en realidad no son más que un par de cretinos que interpretan un papel.

Curiosamente, los votantes del PP se indignan con el trato al que someten a los líderes de su partido. Se quejan de la doble vara de medir y de la absoluta desvergüenza con la que son tratados los casos de corrupción de unos y de otros. Mientras que los votantes de la franquicia chavista, creen ser los verdaderos héroes y salvadores de la patria, cuando en realidad, son los borregos que el PP utiliza para así conservar el voto de la mayoría de españoles, presentando a la sociedad una alternativa de gobierno, formada por auténticos indigentes intelectuales, analfabetos funcionales y escoria proetarra.

El plan de momento funciona, pero todos sabemos cómo está la situación política en Francia. El Frente Nacional es la primera fuerza y según quién sea su rival en segunda vuelta, puede incluso acceder al poder. Aquí, todavía está por ver el resultado.