Coincidiendo con la imputación del President catalán Artur Mas y dos miembros de su Gobierno cuando la organización del referéndum o consulta por la independencia de Catalunya el 9 noviembre 2014, se cumple el 75 aniversario del fusilamiento del segundo President de la Generalitat restaurada en 1931, Lluís Companys.

Como ya sabemos, había sido detenido en Francia, entonces ocupada por los alemanes y con el Gobierno títere de la Francia de Vichy, con el mariscal Philippe Pétain al frente. Hubiera huido a México, donde vivía una hija suya, pero antes quería encontrar a otro pariente suyo, recluido en un manicomio francés, y la Gestapole capturó, entregándolo a la España franquista.

Torturado, juzgado y condenado, acabó fusilado. No obstante, pasados los años, los Gobiernos de Alemania y Francia, países involucrados en su detención y entrega a España, pidieron perdón a través de sus entonces Cancilleres y Presidentes, respectivamente.

Alemania lo pidió dos veces, primero en 1970 concediendo una indemnización mensual de mil marcos a la viuda de Companys, Carme Ballester, y en 1990 lo hizo Helmut Kohl a la Generalitat. Francia lo hizo ese mismo año a través del Presidente François Mitterrand. Los dos países volvieron a pedir perdón en 2008 a través de sus Cónsules en Barcelona, pidiendo restituir el honor a Companys y asumir la atrocidad de sus antecesores. Declaraciones sinceras y solemnes, comparables a la reciente en que Francia reconocía cómo fueron tratados los judíos franceses durante la ocupación alemana.

¿Y España? Sólo el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero quiso hacer algo parecido, en 2004, cuando su Vicepresidenta, María Teresa Fernández De La Vega, puso una corona de flores en la tumba de Companys. Prometió asimismo preparar un proyecto de Ley para anular el juicio que sufrió y restituirle su dignidad y honor. Once años después, todavía sigue sin pasar esto, se supone que por presiones de estamentos militares y de poderes fácticos.

También ocurre que, según recuerda el diario digital catalán ElMón.cat, algunas pertenencias de Companys como el pañuelo que llevaba en su traje cuando fue fusilado, manchado de su sangre, se quedó en la inmensidad de un archivo del Ministerio de Defensa, donde hay miles de objetos de represaliados que jamás volvieron a sus dueños ni a sus familias.

Zapatero quiso restituir todo esto a los descendientes de Companys en 2005, pero el acuerdo se rompió a última hora y se echaron atrás. El periodista Jordi Finestres investigó sobre el asunto y todo lo referente a Companys, y lo contó todo en el libro “El President Companys afusellat”. Benjamí Benet, quien dio el tiro de gracia al político, creía que están perdidos en medio de aquellos archivos, y así se lo contó a Finestres antes de morir.

No hace falta hablar de otros Gobiernos españoles de la Democracia actual, pues ninguno de ellos, ni siquiera el del socialista Felipe González, quiso jamás tocar el tema. Los conservadores siguen viendo a Companys como a un asesino, por fusilamientos ocurridos durante la Guerra Civil, lo mismo que se le reprochaba al que fuera Secretario General del PCE, Santiago Carrillo.