Manuela Carmena se presentó a unas elecciones para la alcaldía de Madrid con la mayor de las ilusiones pero parece que desde el mismo momento que se confirmaron los buenos resultados de su formación, tuvo que aguantar no solo los ataques en ocasiones desmedidos de la oposición (donde destacan esos días donde Esperanza Aguirre se levantaba cada día con un plan nuevo para que no accediese al poder) sino el constante acoso de los medios de comunicaciones afines a otras tendencias políticas.
Esta claro que llegar a la alcaldía ha supuesto para Carmena un objetivo que pese a lo ilusionante, se ha topado como en el caso de Ada Colau en Barcelona, con las leyes estatales y con el amargor de no poder llevar a cabo algunas medidas que se proponían en su programa electoral. Sus compañeros de formación tampoco se lo han puesto fácil, al ser en algunos de los casos como con Zapata blanco fácil de los medios y oposición por sus opiniones en medios como Twitter. Antonio Miguel Carmona era uno de los que parecían poder ser un aliado útil para Carmena pero en su partido no era bien visto y le apartaron de su labor, haciendo un poco más complicada la tarea de gobierno.
Incluso estar de vacaciones ha servido de excusa para que el diario La Razón publicase lo que le habían costado el alquiler de la casa de vacaciones de Carmena, un claro ataque a la imagen de la regidora que nada más volver se apresuró a desmentir las cantidades. Sea como sea el martillo pilón de los medios sigue marchando día tras día y las perspectivas son que el acoso a Carmena no solo no va a parar sino que aumentará su intensidad conforme se vayan acercando las fechas de las elecciones generales.
Madrid es una plaza importantísima, cualquier error sea o no cierto será bueno para los dos objetivos, desgastar al equipo de Carmena y el más valioso, demostrar que los partidos nacidos de las plataformas de ciudadanos no solo son ineficaces para gobernar un municipio sino que tampoco serían capaces de gobernar un país. Los votantes decidirán en las urnas pero atendiendo al caso de la capital de España parece que la campaña de desprestigio está siendo insultante.