Serena Williams, considerada la mejor jugadora del tenis mundial, no consigue la ansiada victoria del Abierto de Estados Unidos. En un partido muy controvertido, Serena pierde los papeles y estalla contra el árbitro del partido, al calificarlo de "tramposo" por las sanciones que le impuso. La tenista achaca su derrota al comportamiento aparentemente sexista del árbitro de origen portugués Carlos Ramos. En primer lugar, el árbitro la acusó de coaching, lo que se traduce comunicarse con el banquillo y a partir de allí, la ira de la tenista fue en aumento.

Comienzo de los problemas para Serena

El partido no iba demasiado bien para Williams; estaba perdiendo ya por un set y con el primer juego a punto de acabar, favorable a Osaka Naomi por 40-15. Fue entonces cuando Serena Williams comenzó a perder la serenidad (valga el juego de palabras). El árbitro Carlos Ramos la sancionó por coaching; según el referí, Serena estaba recibiendo instrucciones desde el banquillo, motivo suficiente para sancionarla. Williams alegó que no recibía signos ni los usaba con su entrenador. Ante los periodistas, se defendió diciendo que sólo recibía muestras de apoyo, pero a los ojos del árbitro fue una falta.

Más penalidades durante el juego

La tenista en medio de la frustración que sentía al no lograr lo que quería durante su desempeño, rompió una raqueta contra el suelo.

Por esta razón, es penalizada nuevamente, esta vez con un racquet abuse, sumando una segunda sanción a su historial en el partido. En medio de este estado de ira y frustación Serena es sancionada finalmente con un game penalty, por haber actuado de manera improcedente ante el árbitro, acusándolo de "ladrón" y soltando toda clase de insultos al referí.

La defensa de los malos modales

Serena muestra el sexismo imperante en el tenis a su manera; de hecho, parece que a los medios audiovisuales sólo les interesa el morbo y la noticia exprés. Serena, a pesar de haber perdido la final, las formas, y hasta el aliento, quizás pueda dar, de esta forma tan poco convencional, alas a un ataque contra el sexismo imperante en el deporte.

La deportista alega que si hubiese sido un hombre el que actuara de esa manera, las sanciones no hubiesen ocurrido.

Osaka Naomi, por su parte, no perdió la compostura ante su ídolo. y tuvo que ver sufrir a su rival de desesperación en un partido agridulce, con sabor de victoria empañada por la rabia de una ganadora. Dos caras de una moneda, dos campeonas frente a frente; luchadoras que no se rinden, cada una 'Serena' a su manera, pero campeonas.