Todos conocemos las redes sociales y lo que implican. Aún más, en los jóvenes.
Pero, ¿hasta qué punto?
Un día normal en la vida de Cassandra Vera (@kira_95), a la chica se le ocurre escribir un tweet que, tanto ella como muchos, piensan que puede ser divertido. Las redes sociales son así. Uno busca atención a sus tweets, que el resto los compartan, que a muchos les encante, que piensen que hace gracia, o que es cierto, lo que escribe antes de darle al botón de "Publicar".
Uno puede estar o no estar de acuerdo con el humor negro. Uno puede 'retwittear" o compartir risas con el resto; puede reírse de los muertos, de las desgracias, de alguien que ha sufrido un accidente.
Siempre se ha hecho humor negro. Un tweet puede subir a la cumbre o puede alegrarte el día. De todas formas, finalmente, dicho tweet va a ser olvidado, ¿no? Como quien lo publicó. Es lo que tiene la fama: es efímera. Es lo que tiene el humor negro: hace gracia y se va, hasta que vuelve a ser repetido en alguna conversación.
Sin embargo, en algunos casos, no. Como en el caso de Cassandra.
Su caso sí es un caso aislado.
Porque no todos van a la cárcel por hacer un chiste de humor negro. Porque no a todos le quedan antecedentes penales por reírse de un muerto, ni le quitan el derecho a beca, ni la oportunidad de formarse en una carrera. Porque yo no he visto a mi compañero del colegio ir a un Tribunal de menores por reírse, en su día, de Marta del Castillo, ni he sabido de nadie que haya sido encarcelado por reírse del accidente de Irene Villa.
Pero Cassandra sí. Cassandra va a ir a la cárcel y su vida se ha arruinado, solo por intentar ser graciosa en una red social. Algo que hemos hecho absolutamente todos.
Sin embargo, ¿qué se critica realmente?
¿Qué tiene que ver el género de Cassandra en todo ésto?
Nada. Absolutamente nada.
Cassandra es una chica transgénero. Pero eso da igual.
Ser o no ser transgénero no te hace menos persona, menos humano, o más animal. Ser transgénero supone una lucha diaria, en la que personas que han vivido toda su vida en un cuerpo equivocado, con una identidad equivocada, finalmente deciden hacer voz y ser quienes realmente se han sentido; ser quienes realmente son.
Porque el género no se define cuando uno nace.
Porque a ti nadie te da el carnet de mujer u hombre. Porque eso lo decides tú.
Como lo decidió Cassandra en su día. Y pese a eso, se ha recurrido a insultos y faltas de respeto innumerables donde se le critica, únicamente, por ser trans.
¿Acaso no la estaban criticando todos por sus chistes de Carrero Blanco? ¿Acaso los ha hecho porque sea transgénero? No. Tu abuelo también los hace y no es transgénero. Tu abuela se siente mujer desde que nació y fue la primera que te hizo un chiste de humor negro.
"Cassandra no sólo ha hecho chistes de humor negro con Carrero Blanco"
Tras el "BOOM" de Cassandra con su tweet sobre Carrero Blanco, la audiencia ha ido a por ella. Le han buscado las cosquillas.
Así es como sacaron a la luz chistes de humor que Cassandra había hecho sobre otros políticos como #Rajoy.
Sin embargo, se pasa algo por alto: que cuando los hizo, Cassandra tenía quince años.
Que cuando los publicó tenía la misma edad que tu hijo, que probablemente esté riéndose de los niños de África, de Irene Villa o de Marta del Castillo. Que buscar esos tweets, y sacarlos a la luz, no tiene sentido alguno.
Yo no he visto que se recrimine a un chico de quince años por hacer un par de chistes de humor negro. Ni he visto que al tío de tu padre lo hayan condenado a la cárcel por reírse o desearle la muerte a un político. Tampoco he visto la justicia tan volcada en los recortes en sanidad y educación como los he visto quejarse por los tweets de Cassandra.
Así es nuestro país. Miles de estudiantes se quedan sin beca, pero no por un chiste de humor negro, sino porque nuestro sistema recorta hasta el último ápice en educación mientras se gasta su último céntimo en mandar a la cárcel a una chica por escribir ciento cuarenta carácteres en un tweet, y enviarlo.