Pintada en Tahití en 1892, el título de esta cautivadora obra está envuelto en el misterio. No hay que olvidar que el pintor francés vivía muy acomodadamente con su esposa y cinco hijos gracias a su posición de agente de bolsa de éxito, hasta que el hundimiento bursátil de 1882 quebró su carrera e inició su aventura de dedicación plena a la pintura cuando ya contaba con 34 años de edad.
Su situación económica empeoró drásticamente, su esposa se vio obligada a trabajar dando clases de francés mientras el desesperado Gauguin no lograba encontrar trabajo. La familia lo abandonó y Gauguin se vio obligado a llevar una vida casi nómada, en busca de recursos, sin suerte alguna. Sin embargo, se relacionó con artistas de la talla de Sérusier o Van Gogh con quienes intercambió ideas, consejos y emociones.
Asfixiado económicamente, decidió ir en busca de un paraíso donde poder vivir sin necesitar pagar facturas marchando hacia Tahití en 1891. En Tahití encontró paisajes puros, una naturaleza rica en cromatismos y el encanto de lo primitivo. Decepcionado por la corrupción de los colonos europeos, Paul Gauguin se alejó de la ciudad y se integró en la sociedad indígena de un poblado casándose con una tahitiana: se empapó de sus costumbres y creencias.
Su amor por la libertad y la pureza quedó reflejado en sus pinturas: reducidas a lo esencial, colores puros y vivos, superficies planas, sin artificios, mujeres idealizadas, lugares idílicos donde reinan la calma y la paz, belleza, naturaleza cálida, la pureza de lo primitivo sin contaminar idealizada por el genio de Gauguin.
La pregunta de los 270 millones de €
"¿Cuándo te casas? Puede que las mujeres le hicieran esta pregunta al pintor y este lo reflejó en esta obra de excepcional belleza y armonía. Casi un año después de llegar a Tahití (justo cuando pinta esta obra), Gauguin se casó con una indígena y vivió en una típica casa indígena rodeado de un entorno de armónica belleza natural.
¿Es cara esta pintura?
Desde que salió la noticia, leemos comentarios en las redes sociales que me sorprenden enormemente. Parece ser que 270 millones de euros es una cifra desorbitada para una obra maestra que tiene el poder de provocar fascinación y evocar emociones de calma, paz, amor por la belleza y pureza de un paraíso ideal a aquellos que la contemplamos. El deseo de estar ahí y formar parte de ese instante mágico pleno de armonía.
Esta obra, la de los 270 con seis ceros por detrás, plasma magistralmente un paraíso natural habitado, el paraíso que buscaba el artista y no encontró, pero gracias a su capacidad de crear representó en esta tela que ha llegado hasta nosotros y podemos disfrutar.
Nunca el paraíso fue tan real como el que nos muestra Gauguin y que todos ya podemos ir a visitar al Museo Reina Sofía (Madrid) donde se exhibe hasta primeros de septiembre para que podamos sumergirnos en la obra y "comprender" porqué si vale la cifra que se ha pagado.
Obras maestras se van adquiriendo con destino a Qatar, como esta que nos ocupa y que fue adquirida, según algunas filtraciones, para la Autoridad Museística de Qatar (CMA): hoy, el mayor coleccionista de Arte a nivel mundial.