A quien le gusta el Cine, no como un pasatiempo sin más, sino como algo más, que lo ama hasta las trancas, le resulta a veces imposible afrontar el trago de ir a ver una película por factores como los que a continuación detallo.
1. La gente que llega tarde. En la inmensa mayoría de las veces, hay gente que por las razones que sean, ahí no entro, llegan tarde, cuando las luces de la sala se han apagado.
Incomoda bastante, dado que pueden descentrarte en el inicio de la película, no solo por distraerte a la hora de ver lo que está pasando en la pantalla, sino porque básicamente, el inicio del film es importante y más de una vez ocurre que te puedes perder detalles o simplemente hace que te cueste meterte en ella.
Recuerdo el caso de “El hijo de Saul” (Saul fia, László Nemes, 2015) cuyo demoledor inicio se empañó notablemente por la incesante llegada de público a la sala.
2. La gente que comenta. No estamos en “Qué grande es el cine” ni en el salón de tu casa. El silencio es necesario para poder disfrutar de la proyección, todo es importante en la obra de un cineasta. No estamos pagando una entrada para ver un audio comentario. Eso lo dejamos para la edición del director cuando salga a la venta, así que las preguntas y chismorreos déjalos para cuando salgas del cine y empieces a estirar las piernas. Peor que eso es cuando lo que comentas no tiene que ver ni por asomo con la película.
3. Palomitas, doritos y Lays varias.
Comer viendo una película o leyendo el Twitter es algo que debería estudiarse en las universidades por lo adictivo que resulta y las sensaciones placenteras que produce al hacerlo. Mi abuela desde chiquitito me daba de comer mientras leía TBO. Ahora bien, en el cine hay que tener sumo cuidado a la hora de masticar y no hacer ruido, sobre todo, con las bolsas de patatas, dado que puede descentrar y molestar a cualquiera, máxime si es una secuencia en la que el silencio (ese sonido tan importante en el cine) juega un papel primordial.
Vale que quieras comer, pero con mesura y espera al menos que haya sonido en la secuencia.
4. Mirar el móvil en plena proyección. Esta manía del siglo XXI de ver el móvil a todas horas, que a mucha gente (no miro a nadie) le tiene absorbido, no se puede ni debe trasladar al cine. Más de un pantallazo en plena cara me he llevado a consecuencia de que alguien tiene que mirar el móvil a la mitad del metraje.
¿Tienes acciones en bolsa?, si hay algo importante que esperas, no te vayas al cine sino al bar de enfrente, pero volvemos a lo de antes, descentrar al espectador y sacarlo de la película.
Cosas como esta hacen que uno a veces se plantee no volver a pisar una sala, al menos hasta que una catástrofe nuclear vuelva a poner las cosas en su sitio.
Lo que pasa es que hay una razón de peso para volver al cine y es que como se ve una película en una sala no se ve en ningún lugar, por mucho dolby surround o pantalla plana de 50 pulgadas se tenga.