Esta historia comienza con un dios grecolatino: “Pan”, la deidad de los pastores y rebaños. Su culto era originario de Arcadia, pero pronto se popularizó en todo el mundo helénico. Pan tenía aspecto parecido al de un fauno, el rostro barbudo, dos cuernos, los miembros inferiores de un macho cabrío y esa expresión siniestra de un animal salvaje. Era hijo de Hermes y de una hija de Dríope la ninfa de los árboles.

Al nacer su madre se horrorizó tanto de aquel bestial adefesio que su padre no pudo más que envolverlo en una piel de liebre y dejarlo junto a Zeus en el Olimpo.

Ahí fue mostrado a todos los dioses, quienes no tardaron mucho en simpatizar con él. Al convertirse en una divinidad silvestre se le atribuían los ruidos desconocidos en campos y bosques, que con frecuencia asustaban a campesinos y pastores. Debido a ello surgió en griego la expresión deima panikón “miedo causado por Pan”, que se abrevió en la palabra panikós y que, tras pasar por el latín panicus, formó el castellano “pánico”, con significado curiosamente similar: “miedo intenso por algo de origen desconocido”.

Aún en la Roma cristiana se creía que el Dios Pan atemorizaba a los viajeros, especialmente en las encrucijadas, es por ello que en la Edad Media se erigían en cada bifurcación del camino cruces de piedra con una pequeña capilla para la virgen María.

La pavorosa y temible imagen de Pan fue tan poderosa que se usó como referencia para representar al mismísimo demonio en la iconografía cristiana.

La flauta de Pan, como ya seguramente te imaginas, no es sólo el vals que te aprendiste en la primaria. Este tipo de flauta es fabricada de cañas y su nombre hace mención a nuestro dios anfitrión.

Cuentan los mitos que Pan se enamoró de la ninfa Siringa y con el fin de que nunca escapara de sus manos la convirtió en una caña, cortándola en distintos pedazos y uniéndola en forma de balsa. Curiosamente este instrumento musical se asocia a ritos ceremoniales y religiosos, pero también a la labor pastoril y de fines lúdicos.

En el arte además de ser un tema y tópico predilecto, tuvo su manifestación más reciente en el Movimiento Pánico, fundado por el dramaturgo Fernando Arrabal, el pintor y actor francés Roland Topor, y el director de teatro y cineasta Alejandro Jodorowsky. Como influencias recurrieron al teatro de la crueldad de Artaud, las vanguardias, el surrealismo, la filosofía de Wittgenstein y el cine de Man Ray. Su nombre es un guiño al dios Pan y al igual que él pretendía inspirar euforia, humor y terror en sus espectadores. Su misión era provocar un despertar de la consciencia a través del shock para transformarlo en existencia, es decir, despojar al público de su personalidad o zona de confort para adentrarlo en un estado de pánico que lo hiciese reaccionar ante la realidad sumisa capitalista actual.

Fando y Lys, El Topo y la Montaña Sagrada son algunos largometrajes resultantes de este movimiento.

¿Has sentido que un día completamente normal se convierte en una pesadilla porque de pronto tienes dificultad para respirar, taquicardia, mareos y hormigueo en las manos? Seguramente experimentaste un ataque de pánico; médicamente se identifica como una crisis de ansiedad aguda que se caracteriza por un miedo a perder el control, temor a la muerte o una sensación de estar fuera de la realidad. Pero no te preocupes, este padecimiento lo sufre el 10% de la población adulta y cuando no ocurren a menudo puedes controlarlos con ejercicios de respiración para bajar los niveles de ansiedad. Si sufres de estos ataques frecuentemente lo mejor es acudir con un especialista para que tengas el tratamiento adecuado.

Hasta la próxima entrega, mis amados letrados y no letrados.