Como comentábamos en otro artículo, los griegos tenían depositada mucha importancia en las prácticas deportivas hasta el punto de que no solo era una actividad física sino también espiritual. Por lo tanto, los griegos que eran tan aficionados a celebrar competiciones deportivas, ¿tendrían atletas preferidos, no? Es aquí donde entra en importancia el protagonista de este artículo.
¿Quién era Milón?
Si ahora tenemos a Nadal, por aquel entonces uno de los atletas más importantes y aclamados de Grecia era Milón de Crotona que vivió durante el siglo VI a.C.
Este era ventajoso en la lucha y obtuvo gran fama ya que ganó los Juegos Olímpicos seis veces. Pero no solo eso, también fue ganador en los Juegos Píticos, en los Juegos Ístmicos y en los Juegos Nemeos. Por lo tanto, como podemos ver, fue una eminencia.
Para que os hagáis una idea, en total, estuvo durante veinticuatro años en la cima de los sucesos deportivos y por lo tanto, estuvo en boca de todos a lo largo de esos años.
Como se puede pensar, si era muy destacado en los deportes y encima aventajado en la lucha, las actividades militares se le daban bien. Tanto es así que no solo fue famoso por el deporte sino por ser un líder victorioso con una de las tropas de soldados de Crotona que atacaron en el año quinientos diez a.C.
en la localidad de Síbari.
Se casó con Myia, una filósofa hija de Pitágoras (el que todos conocemos) y Téano. No se sabe en qué año murió.
¿Realizó alguna proeza?
Hay varias proezas atribuidas a esta figura que roza lo mítico. Una de ellas es cuando asistía con Pitágoras a una de sus clases y el techo de la sala en la que estaban se derrumbó y Milón sujetó las piezas antes de que se desplomaran para que todos pudieran salir.
Otra de las proezas mantiene que cargaba a un buey de cuatro años todos los días.Cargaba con ese peso en un recorrido de 120 pasos, matando después al animal.
Y para terminar, otra anécdota es que un día dando una vuelta por el bosque se topó con un árbol quebrantado por los leñadores de la zona que habían colocado una cuña en la incisión.
Al querer partir el árbol con sus propias manos, retiró la cuña y entonces ambas partes del árbol se volvieron a unir siendo devorado por los lobos más tarde.
Como comentábamos antes, este personaje y sus proezas son más producto del trascurso del tiempo y la imaginación que de hechos reales al cien por cien. No obstante, está claro que fue una figura con una fama indudable en el territorio griego.