"Cuando divises el Monte de las Ánimas no lo mires, sobreponte, y sigue el caminar". Así mencionaba el grupo musical Gabinete Caligarycuando en su exitoso temaCamino Soriauno de los enclaves más mágicos y misteriosos de Soria.

El Monte de las Ánimas, situado al otro lado del Duero a su paso por la ciudad soriana, es conocido por pertenecer a uno de los relatos que conforman las Leyendasde Gustavo Adolfo Bécquer. Pero el insigne escritor no escogió este lugar por casualidad para una de las historias más trágicas y terroríficas que se recuerdan de la literatura española.

El Monte de las Ánimas es un paraje marcado por historias dignas de la España Mágica. Y no se puede entender ese otro lado del país sin nombrar a los Templarios, esa orden de monjes guerreros cuyos saberes les envuelven en un halo de Misterio. La provincia de Soria posee gran tradición templaria como así lo demuestran diferentes construcciones e iglesias que son testimonio vivo del paso del Temple.

Como narraBécquer en su relato correspondiente al Monte de las Ánimas, cuenta la leyenda que ese preciso enclave fue dado a los Templarios para que defendieran las tierras de los ejércitos musulmanes. Esta cesión no gustó a los nobles castellanos, que habían confiado la defensa de la zona a unos mercenarios extranjeros.

Los nobles comenzaron a odiar a los Templarios y el rencor provocó una cruenta batalla que llenó de cadáveres el Monte de las Ánimas. Se dice que después de este sangriento enfrentamiento, en la Noche de Difuntos doblan las campanas del ruinoso monasterio de San Juan de Duero (situado en el mismo monte) sin que nadie las toque.

Con el repicar de las campanas, las almas de los que perecieron en aquella contienda volverían para reclamar venganza.

El tema de los Templarios era muy frecuente en los escritores del Romanticismo, que comparaban la sociedad de la Edad Media con el honor y la lucha por el amor verdadero. Sin embargo, se puede encontrar resquicios de presencia templaria en el Monte de las Ánimas.

El monasterio de San Juan de Duero perteneció a los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén entre los siglos XII y XIII. Esta zona fue cedida por Alfonso I el Batallador con el fin de dar cobijo a los peregrinos durante su paso por la ciudad soriana. Posiblemente esté construido sobre una iglesia anterior y teniendo en cuenta que las posesiones templarias pasaron a manos de los Hospitalarios cuando desapareció la orden, es más que probable que el Monte de las Ánimas perteneciera a los Templarios. Además, no muy lejos se sitúan los monasterios de San Saturio y de San Polo, que presentan marcados rasgos de esa misteriosa orden envuelta de enigmas y magia.

Sean reales o no las historias que se relatan, el Monte de las Ánimas guarda un aroma diferente, donde lo imposible se torna fácil, donde uno de los grandes personajes de la Literatura española consiguió esa inspiración que le han convertido en eterno como a aquellas ánimas condenadas a vagar para siempre por la otra orilla del río Duero.