En Bozate, uno de los barrios del navarro pueblo de Arizkun, la palabra "agote" hoy en día ya no significa nada, ya sea por olvido o por querer olvidar. En este bello municipio del valle del Baztán se vivió durante siglos una marginación hacia un grupo de personas que ha marcado para siempre a la localidad.
Los agotes eran unas familias que se asentaron en Bozate donde se dedicaron a la artesanía y a todo lo relacionado con el tallado de la piedra y la madera.
Desde su llegada al barrio de Arizkun, fueron víctimas de una marginación extrema por parte de los vecinos del pueblo.
Los motivos del rechazo siguen siendo un verdadero enigma. Lo que sí se sabe es que no accedían a las iglesias por la misma puerta que el resto de habitantes, donde tenían reservada una zona bajo el coro con pila bautismal propia para no estar en contacto con los vecinos de Arizkun. Además eran enterrados en las zonas del cementerio que no estaban bendecidas.
Los agotes también eran conocidos como "los leprosos de Bozate", distinción que se realizaba en aquella época a las etnias que no eran bien vistas por los ojos llenos de prejuicio de los demás habitantes, aunque no tuvieran tal enfermedad. Para reconocerlos, los agotes tenían que llevar una marca como la pata de oca que les identificara como tales en la ropa, para que la gente de Arizkun se percatara rápidamente de la presencia de un miembro de ese colectivo.
Los demás vecinos no podían juntarse con los agotes y éstos nada más podían casarse entre ellos para "no mezclar sangre". Aunque en el siglo XVI el papa León X o el propio emperador Carlos V ordenaron que cesara la marginación a los agotes, el pueblo del valle del Baztán hizo caso omiso. Incluso en el siglo XX en las actas bautismales todavía se les intentaba distingir. Esto hizo que muchas familias con pasado agote emigraran. Hay que añadir que el pueblo madrileño del Nuevo Baztán fue un punto donde partieron muchas de estas familias, aunque siempre tuvieron como meta el regresar a las tierras del norte de España donde habían permanecido sus ancestros.
Se desconoce el origen del rechazo a los agotes, pero no solo pudo ser por motivos sociales, sino que también por motivos religiosos que entroncarían directamente con un posible origen cátaro.
Los cátaros, también conocidos como "hombres buenos", huyeron de la persecución en Francia a mediados del siglo XIII al otro lado de los Pirineos, asentándose en el barrio de Bozate, donde el señor feudal de Ursúa les ofreció trabajo en sus tierras como artesanos o agricultores en unas condiciones miserables.
Aunque con el paso del tiempo adquirieron la libertad, la pobreza en la que estaban sumidos provocó que aumentará el odio en aquel pueblo navarro.
Además del origen cátaro de los agotes, también se ha barajado la posibilidad de que fueran un reducto godo asentado en Francia tras la expulsión de éstos por parte de los normandos y que debido a la exclusión que vivían en territorio francés decidieron cruzar los Pirineos. De hecho, el término "agote" puede provenir del occitano "ca got" que significaría algo así como "perro godo".
Lo que está claro que los vecinos de Arizkun que acogieron a los agotes eran conocedores de la procedencia de este grupo de personas, que los intentó demonizar desde un primer momento para evitar cualquier contacto con ellos.