Debo admitir, en principio, que no soy un traductor profesional, que la mayoría de las veces en las que me he aventurado a traducir he concluido que esta labor es difícil toda vez que hay que considerar la cultura y la ideología de un país o varios países para tener buenos resultados. Sin embargo, no puedo tampoco negar que me saca de onda ver una película extranjera con un título muy diferente y que, en algunos casos, no tiene relación alguna con el nombre original.
¿Qué es lo que entiendo por traducción? Pues bien, traducir es trasladar, verter la información o el sentido de una determinada lengua a otra.
La traducción, por ende, implica una serie de factores fundamentales: la influencia de la cultura -entendida ésta como conjunto de costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, en una época, grupo social- y la ideología -ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento político, religioso, etc.-, tanto de la lengua materna como la extranjera. Asimismo, la preparación del traductor, la obra, los autores son elementos que constituyen la labor de la traducción de un texto, sea cual sea éste.
Pongamos por caso un par de nombres de películas reconocidas. Antes es necesario recalcar que los títulos se incluyen dentro de un tipo de textos llamados "paratextos" (epígrafes y notas a pie de página también se consideran paratextos o elementos que rodean un texto central), por lo tanto, es la "paratraducción" la encargada de la traducción de paratextos.
Luego de esta aclaración hay que ver, por ejemplo, cómo hay casos de traducción de títulos de filmes en que se cambia el título original por uno a modo.
Pongamos primero el caso de una traducción literal: Back to the future o Volver al futuro. La traducción directa no afecta al significado, en el entendido de que el lector de esta frase puede imaginarse que se trata de un viaje temporal-espacial narrado en una historia de ciencia ficción.
Pero qué sucede cuando la traducción cambia y se interpreta como, por ejemplo, en este otro título: Rosemary´s baby que pasó a algunos países hispanohablantes como La semilla del Diablo. Indudablemente aquí entran criterios subjetivos y por ende susceptibles de ser discutidos.
Sospecho que gran parte de estos criterios obedecen más bien a lineamientos comerciales, un poco a los culturales, y quizás, en mínimos casos, a aspectos gramaticales.
Supongo que el traductor en estos casos se enfrenta a problemas que tienen que pasar por el filtro de la cultura, de la ideología dominante, de un entorno particular para llevar a cabo su labor.
Entonces, ¿cómo traducir cultura, ideología, en un espacio tan reducido como lo supone el título de una obra? ¿Qué importancia tiene el mercado, la oferta y la demanda en el traductor para que un título se traslade de una u otra manera?
Supongo también que existen prejuicios, creencias y tabúes sobre temas que pueden estar implícitos en una obra. En el caso de la película basada en la novela de Ira Levin y dirigida por Roman Polanski, la obra tal vez no se relacionaría con el drama y el terror si no fuera por un cambio en el nombre.
El riesgo está en que, en algunos casos, el cambio puede resultar muy desafortunado, máxime si lo que se pretende es atraer al público y no alejarlo con un nombre tan explícito del filme.
Pero bueno, vamos a ver qué nos ofrece este año con los títulos de películas extranjeras traducidas al español. Y qué tan atinadas son, por supuesto, estas traducciones.