A partir de las 37 semanas (8 meses y medio) un bebé está listo para nacer, antes de ese tiempo se considera que un bebé es prematuro, por lo que aún le falta desarrollo y puede tener dificultades tales como son la inmadurez de los pulmones, la dificultad para regular la temperatura corporal, la alimentación deficiente y la lentitud en el aumento de peso. Hay casos en los que el bebé simplemente no logra sobrevivir, por lo que el caso de Richard Scott William Hutchinson , un pequeño que nació con tan solo 21 semanas y tres días de gestación (5 meses) es un caso de 1 en un millón que le ha valido para tener el récord Guinness por el bebé más prematuro del mundo en sobrevivir.

Con esto Richard superó el récord establecido por James Elgin Gill, nacido en Ottawa, Canadá, que nació con una edad gestacional de 21 semanas y 5 días el 20 de mayo de 1987. En el 2010 Frieda Mangold, nacida en Fulda, Alemania tuvo el mismo tiempo de gestación.

Los médicos no le habían dado probabilidades al bebé

Beth entró de parto casi cuatro meses antes, naciendo con tan solo 340 gramos cuando nació el 5 de junio de 2020.

Al niño se le podían ver cada costilla y vaso sanguíneo de su diminuto cuerpo debido a lo translúcida de su piel, y era tan pequeño que cabía en las palmas de las manos de sus padres. Los médicos rápidamente prepararon a los padres para lo peor, ya que no le daban probabilidad de supervivencia, puesto que el bebé había nacido con cinco meses de gestación, y habiendo bebés prematuros con más tiempo de gestación y que no sobreviven, no era realista pensar que Richard tuviera posibilidades.

A pesar de todo, la Dra. Stacy Kern, neonatóloga de Richard en el Children’s Minnesota, sentía que si lograba superar los primeros días, “sería todo un superviviente” y en efecto, Richard tuvo que superar días difíciles hasta que estaba en óptimas condiciones para salir del hospital con un respirador y una sonda para ser alimentado.

La pandemia dificultó las visitas al bebé

Otro factor que hizo más difícil fue la pandemia del COVID-19, por lo que los padres no podían estar siempre junto con él, y tenían que viajar desde su casa en el condado de St Croix en Wisconsin a Minneapolis todos los días para ver a su bebé en el hospital. A pesar de ello, sus padres insistían en estar junto a su bebé, ya que sentían que necesitaba apoyo para recuperarse. En sus palabras, las visitas “lo ayudaron a superar esto porque sabía que podía contar con nosotros". Los primeros meses fueron los más difíciles pues estaban conscientes que las probabilidades no eran las mejores. Después de pasar seis meses en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales del hospital, Richard pudo irse a casa con sus padres en diciembre del año pasado.