Dejar atrás a tu tierra, hogar, familiares y amigos no es tarea fácil. En especial si esa marcha llega de una situación tan delicada como la que atraviesa mi país, Venezuela. No me arrepiento de haberte dejado, pues era lo mejor para mí y mi familia, no teníamos opción y necesitábamos algo que contigo ya no se podía conseguir en ese momento; libertad. Pero hoy te digo, 23 de enero, que te extraño; lo hago más que nunca.
Estar lejos de ti en una fecha tan importante e histórica me pesa en lo más puro de mi alma, en lo más sensible de mi corazón; en lo más firme de mis pensamientos, y hasta lo más lógico de mi cabeza.
Me pesa infinitamente, y me veo en la necesidad de dedicarte palabras, deseos y sentimientos; a ti y a mis hermanos.
La lucha ha sido larga, demasiada; de hecho lleva más tiempo que mis años de vida – tengo 18 – Pero aun así, jamás han bajado los brazos, nunca dejaron que la llama de la fe y la esperanza de libertad se apagaran. Nos hicieron de todo, las atrocidades más grandes de la historia latinoamericana; el daño es incalculable, infinito diría, pero ni siquiera con eso; lograron someternos.
Hemos tenido miedo, nos han traicionado, muchos tuvieron y tienen hambre, hemos padecido de salud, sufrido la inseguridad y las violaciones de nuestros derechos. Pero nada, ni pudieron callarnos, ni podrán amedrentarnos más.
Esos días se acabaron, se reflejaron en las calles venezolanas a través de cabildos y se reflejaron en el mundo a través de los inmigrantes.
Me voy alzar, como millones de venezolanos más. El grito de libertad retumbará en todos los rincones del mundo, no sólo en Venezuela. Por eso aunque esté muy lejos de ti, me siento a la vez muy cerca.
Porque la historia se forja en el ahora, y aunque no nos demos cuenta, la estamos haciendo mientras la vivimos en carne propia. Porque este día será histórico, marcará un precedente; un antes y un después.
Hay distintas formas de manifestarse ante la opresión y la tiranía. Algunos le ponen el pecho a las balas, otros llevan el mensaje de esperanza, están quienes hacen política verdadera – servir al prójimo sin importar nada – En mi caso, lo hago con una carta.
Es mi manera de desahogarme, mi manera de desobedecer a los tiranos y de reconocer a los demócratas. Mi pesar por no estar cerca de ti debo calmarlo con esto, no me alcanza con asistir a una manifestación o difundir noticias. Es mi obligación como venezolano.
A mis hermanos que se encuentran en estado de lucha, decirles que: no son grandes, son gigantes. No solo cargan con el peso de su futuro, decidieron ponerse la mochila de millones de personas – la de un país entero – Pese al enorme riesgo que eso implica, eligieron este camino lleno de escombros y obstáculos, un sendero repleto de peligro y males. Dios los bendiga y proteja, son héroes; y tendrán una recompensa enorme.
A mí Venezuela hermosa decirte, falta poco; se romperán tus grilletes, la lucha no será en vano.
Pronto podrás despegar tus alas y volar alto, como lo mereces. Estoy lejos, como millones; pero hoy y siempre nos sentimos cerca, porque te llevamos a donde sea, porque ser venezolano es un orgullo, porque te amamos; y aunque nos vayamos lejos, nunca te dejamos.
Falto poco hermanos, falta poco Venezuela. Que este día el grito de libertad retumbe en todos los rincones del planeta.
Nací en esa ribera del Arauca vibrador, también llevo tu luz y tú aroma en mi piel, y por supuesto el cuatro en el corazón. Es la hora de gritar con brío para que muera la opresión, compatriotas fieles recuerden que la fuerza es la unión. Tres frases de tres letras sagradas que hoy deben ser entonadas.
Sin más nada que decir, te amo Venezuela.
Dios te bendiga a ti y a tus libertadores, libertadores que son tus hijos, hijos que se llaman venezolanos. Esos que luchan a diario por un mejor país, que pese a las injusticias siguen para adelante, que pese a las traiciones siguen creyendo. Esos que pese a todo, están a punto de conseguir su libertad. Gloria al Bravo Pueblo que el yugo lanzó, la ley respetando la virtud y el honor.