Nicaragua ha expulsado a la Comisión de Derechos Humanos enviada por la ONU. La decisión se tomó dos días después de la publicación de un informe en el que se denunciaba el clima de miedo y represión y los abusos cometidos por las fuerzas gubernamentales.
La decisión que causa asombro en el mundo
El informe documenta el uso desproporcionado de la violencia policial y paramilitar de abril a octubre, con detenciones arbitrarias, ejecuciones sumarias, desapariciones y torturas. No hay que olvidar que entre 200 y 300 personas han muerto como resultado de la represión de las protestas.
La presidenta del Cenidh (El centro de derechos humanos de Nicaragua), Vilma Núñez, confirmó que el gobierno del presidente Daniel Ortega ha concedido a la misión de la ONU "dos horas" para salir del país, por lo que sus miembros tendrán que salir hoy de Nicaragua. El organismo internacional ha anunciado que seguirá vigilando la situación a distancia. Vilma Nuñez, califica la decisión como "absurda, inusual y desesperada" y como "un mensaje muy serio para la comunidad internacional".
Inicialmente, las autoridades permitieron el trabajo del comité, que ahora han expulsado. "Desde el inicio de la crisis, los Ortega han estado haciendo aperturas falsas", señala a RSI Gilles Bataillon, experto latinoamericano y director de investigación de la Escuela Superior de Ciencias Sociales de París (EHESS).
"En primer lugar -explica-, convocan a un comité de diálogo nacional con la Iglesia, pero cuando entienden que será imparcial y que exigirá más moderación por parte de la oposición, pero también del presidente para que respete la ley, llama a una misión de observación de la Organización de los Estados Americanos, y también acepta la misión de la ONU en materia de derechos humanos, para ganar tiempo en la opinión pública internacional.
Pero cuando estos organismos denuncian graves violaciones de los derechos humanos, como detenciones arbitrarias, el uso de grupos paramilitares y francotiradores contra los manifestantes, lo bloquean todo y llaman a sus muy pocos seguidores y empleados del servicio público a manifestarse en apoyo".
Hay ganas de cambio en la política de Nicaragua
Ortega se afianza al poder para no soltarlo más, el hecho de ser uno de los países más pobres de Centroamérica no impide que haya gente muy rica. “Ortega y su familia son muy ricos, y hay toda una serie de personas cercanas a él -ex comandantes sandinistas- que lo son”, añade Bataillon. Al igual que hace 40 años contra Somoza, hay un divorcio absoluto e insuperable entre la mayoría de la población nicaragüense y Ortega. Un máximo del 10 por ciento de sus miembros lo apoya.
El sistema de bienestar que le dio luz verde se está fusionando debido a la desaparición de la ayuda venezolana. El pueblo quiere que Ortega se vaya y quiere elecciones libres.
Lo que es nuevo y esto es muy importante, es que los partidos tradicionales que han trabajado con Ortega durante mucho tiempo están completamente desacreditados políticamente. Ahora hay sed de gente nueva que sea elegida en elecciones democráticas y pluralistas.