Una terrible noticia llegada desde Alemania sacudía la tranquilidad del sábado por la tarde: un camión se había lanzado de forma intencionada contra los clientes de la terraza de una cafetería de la ciudad de Münster, en el norte del país, causando numerosas víctimas y desatando una nueva ola de pánico. A todo el mundo le vino la misma idea a la cabeza y, de repente, apareció la siniestra sombra de un nuevo y sangriento atentado yihadista en Europa.
Pero no. Después de los primeros momentos de confusión llegó la confirmación oficial de que el autor del brutal atropello era un ciudadano alemán de 48 años el cual, al parecer, sufría algún tipo de trastorno mental.
En cualquier caso, el balance sangriento de esta acción se salda de momento con tres muertos y una veintena de heridos de diversa gravedad. Entre los fallecidos figura el propio autor del ataque, que se ha suicidado con un arma.
SI el suceso en sí es terrible, aún lo es más descubrir que los aborrecibles métodos usados por el terrorismo yihadista (el usado en el atentado con camión en Niza en julio de 2016 o el del atentado mercado navideño de Berlín) han creado escuela y ahora son copiados por otras personas en principio no vinculadas a este movimiento para cometer sus ataques. Sin duda, una realidad inquietante.
Un nuevo paradigma
Dejando de lado los motivos o los trastornos psíquicos que hayan podido mover al atacante a cometer esta terrible acción, habrá que empezar a afrontar el hecho de que estamos ante un nuevo paradigma.
No importa si el terrorismo yihadista en Europa está dormido, debilitado o, como los más optimistas piensan, controlado. Muy a nuestro pesar habrá que reconocer que ha logrado una victoria: sus métodos para asesinar y sembrar el terror están siendo imitados, incluso aunque sea por personas desequilibradas o movidas por otras intenciones.
Esto representa un nuevo paradigma para los que velan por la seguridad de nuestras ciudades, algo que ya se discutió después del trágico atentado de la Rambla de Barcelona. ¿Cómo combatir estas amenazas? Parece casi imposible prever todas las situaciones de riesgo e impedir que quien se proponga hacer el mal lo haga. Y sin embargo, no tenemos más remedio que intentarlo.
¿Prohibir el tráfico de vehículos pesados en las ciudades? ¿Crear amplias zonas peatonales? ¿Redoblar la vigilancia? Se puede hacer mucho, incluso llegar a tomar medidas más drásticas pero todo parece insuficiente. El debate está abierto.