El creciente Imperialismo Islámico no puede ser ignorado durante más tiempo por el mundo occidental por mucho que Europa pretenda negar esta amenaza latente. Europa prefiere poner en riesgo la seguridad de sus ciudadanos antes que admitir que los gigantes existen y que el expansionismo islámico es un problema real.
Los países musulmanes no esconden sus intenciones como demuestran las acciones acontecidas en 18 estados de las Naciones Unidas. Los estados islámicos se han unido para la preparación del informe que fue publicado en marzo por la Comisión Económica y Social para Asia Occidental (CESPAO) acusando a Israel de “crimen de apartheid”, según el derecho internacional, con el fin de deslegitimar al Estado judío en particular y la civilización judeocristiana en general.
La UNESCO, por su parte, reciente y reiteradamente ha declarado lugares históricamente preislámicos como islámicos arrebatando a la cultura judeocristiana valores que les pertenecen por derecho y por memoria histórica.
Mientras tanto, los medios de comunicación deshonestos mantienen oculta la vertiginosa promoción de la ideología islámica radical que condena los valores occidentales. Gran parte de religiosos y políticos europeos pretende ocultar la preocupante y triste realidad con el fin de evitar el miedo y la sensación de inseguridad.
Incluso el presidente Obama prefirió desviar la atención en temas como feminismo, baños para transexuales o estudios de género en lugar de centrase en la libertad y la democracia.
Tampoco George W. Bush hizo nada, tras el ataque terrorista del 11-S Estados Unidos no dictaminó que Arabia Saudita fuera un estado terrorista como hizo con Irán, Irak o Corea del Norte a pesar de ser conocido que invierte 8 mil millones de dólares anuales para difusión sectaria y que se encuentra totalmente extendida la versión más misógina, sectaria, homófoba y racista del Isla: el wahabismo.
Las grandes multinacionales también pactan acuerdos comerciales con países que promueven el islamismo más radical como representan los contratos firmados por Arabia Saudí con Airbus, Thales, Dassault o el Real Madrid. Basta ya que el enriquecimiento de unos pocos sea a consecuencia de fortalecer a terroristas que asesinan a muchos inocentes.
La inmunidad de un Estado debería ser la piedra angular del derecho internacional, cualquier excepción a este principio acabará en forma de represalias contra otros estados. La libertad de unos acaba donde comienza la de otros.