El presidente Trump ha dicho repetidamente que quiere renegociar el NAFTA y criticó a compañías estadounidenses que trasladaron sus operaciones a México. Su administración ha sugerido imponer aranceles punitivos, y continúa diciendo que hará que México pague por un muro en su frontera norte.

Al sur de esa frontera, el secretario de Relaciones Exteriores de México dijo a los legisladores mexicanos en privado, que el país está dispuesto a imponer sus propios aranceles. Según informes de prensa, Luis Videgaray dijo que el gobierno mexicano está preparándose para una larga "batalla" con el gobierno de Trump.

Dichas conversaciones transfronterizas han generado temores en el norte y el sur, sobre posibles efectos de en diversas industrias, como la fabricación de automóviles y la agricultura.

Pero muchos analistas están de acuerdo en que en al menos un sector -energía- de los dos países comparten todavía oportunidades de ganancia financiera y tienen menos incentivos para el conflicto. Aunque algunos términos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte cambien, dicen, la energía puede seguir siendo una bendición para las economías de ambos países, junto con la de Canadá.

Ixchel Castro, gerente de investigación de petróleo y refinado en América Latina para la consultora Wood Mackenzie, dijo que la participación del ex ejecutivo de Exxon Mobil y actual secretario de Estado Rex Tillerson, que visitó la ciudad de México la semana pasada, fue una buena señal.

"Alguien de Exxon Mobil entiende muy bien cómo esta colaboración mutua ha sido un ganar-ganar en los últimos años", dijo Castro.

Castro se refería a los cambios que el presidente Enrique Peña Nieto firmó en la ley en 2013, abriendo la industria petrolera mexicana a la inversión extranjera. Fue un movimiento innovador. Petróleos Mexicanos, o Pemex, había sido un monopolio estatal desde 1938, y ha estado acosado por la mala administración, la corrupción y el nepotismo.

"Pemex siempre ha trabajado mucho en el gobierno y el Ministerio de Hacienda y trabajó menos como una compañía petrolera", dijo Ariel Ramos, socio de Mayer Brown, una firma de servicios legales en la Ciudad de México y un experto en energía y NAFTA. "La mayoría de las decisiones que tomó fueron más impulsadas por el presupuesto federal que impulsadas operativamente". Durante décadas, Pemex ha sido el alcance y la muleta del gobierno federal. Los críticos dicen que, como los beneficios no han sido bien invertidos, su infraestructura y tecnología están cansados ​​y su producción están hacia abajo. Y cuando el gobierno alivió los subsidios a la gasolina en diciembre, los precios subieron un 20% para el gas premium (y un 14% para los regulares) el próximo mes. Las protestas, a veces violentas, estallaron en todo el país.