El PACO, una droga mortal, barata y extremadamente tóxica arrasa con la vida de miles de personas en las barriadas más pobres de Argentina. Su consumo se ha incrementado en la última década y su bajo precio de venta hace que sea asequible para todos, siendo sus principales consumidores niños y jóvenes entre los 12 y los 21 años.
Se trata pues, de una droga fulminante elaborada a base de PAsta de COcaína , de ahí su nombre.
En términos más coloquiales sus componentes son básicamente los residuos y desperdicios que quedan en los recipientes donde se cocina la pasta base, principal ingrediente del proceso químico para elaborar la cocaína. El paco surgió como la mezcla de los restos de ese proceso químico, con ácido sulfúrico, queroseno, matarratas o productos químicos de limpieza.
Un cóctel explosivo que crea un adicción fatal en aquellos que lo prueban y quienes según su testimonio, difícilmente pueden dejar de consumir. Es la droga de la crisis, creada por las mafias traficantes para lucrarse de la creciente marginalidad social que vivió Argentina, especialmente en el año 2001 cuanto la economía del país quebró a raíz de la crisis financiera de los bancos argentinos, dando lugar al dramático suceso del corralito en el que se vieron perjudicados millones de ciudadanos cuyos ahorros fueron retenidos.
Sin dinero y sin ahorros, miles de empresas cerraron, aumentó el desempleo y con ello el índice de pobreza del país. La marginalidad social se extendió por las ciudades, especialmente en Buenos Aires, la capital; incrementando también el número de personas indigentes, las bandas callejeras y el crimen organizado en torno al tráfico de drogas.
Todos estos factores confeccionaron un caldo de cultivo ideal para la creación de un producto como el paco, extremadamente colocante, adictivo y barato (unos 0,60 céntimos la dosis), factores que garantizan que sus consumidores no puedan dejarlo.
Se vende en las calles, parques y villas del país. Es la tercera droga más consumida por detrás de la marihuana y la cocaína y sus efectos son tan destructivos que pueden acabar con la actividad cerebral del consumidor en cuestión de seis meses.
El paco se fuma en unas pipas elaboradas de manera casera por sus consumidores, en las cuales se mezcla la pasta base con virutas metálicas y cenizas de cigarrillo para potenciar la combustión y así potenciar su efecto.
La euforia que se experimenta tras su consumo, suele durar entre los 2 y 10 minutos, aunque a medida que aumenta la adicción, el consumidor se ve forzado a aumentar drásticamente la dosis para poder igualar el efecto hasta alcanzar el mismo punto de euforia que lo enganchó en un principio. Al cabo de unos meses, el consumidor se encuentra atrapado en una red de adicción de la cuál es imposible salir sin ayuda.
Se trata de un problema de enorme gravedad social. El estudio nacional sobre consumo de sustancias psicoactivas del SEDRONAR, revela que el consumo de paco ha aumentado hasta un 200% en los últimos años y que por su causa mueren hasta cinco jóvenes por semana, en la provincia de Buenos Aires.