Puede parecer un sueño, una alucinación, o una broma. Pero no, es real. El Iberostar Tenerife, equipo que hace tan sólo 10 años militaba en la LEB Plata de nuestro Baloncesto (lo que viene a ser la Segunda B en Fútbol para entendernos), anoche consiguió un hito histórico, ganando la Champions League de baloncesto, como anfitrión de la Final Four ante un Banvit de Turquía que le puso las cosas muy difíciles, como se demuestra en el ajustado marcador de 63-59 con el que finalizó el partido, provocando el delirio y la fiesta de una afición que está disfrutando esta temporada de un equipo que parece no tener techo, y que de tenerlo aún se vislumbra lejos.

Las Islas Canarias hoy pueden presumir, con la ascensión a los cielos deportivos del Iberostar Tenerife, de tener junto al CB Gran Canaria dos equipos de élite y consolidados dentro de la máxima categoría del baloncesto español, algo de mucho mérito para unos territorios tan pequeños y que compiten día a día con gigantes como Real Madrid, F.C. Barcelona, Valencia Basket o Baskonia entre otros clubes importantes de la ACB.

El CB Canarias fue empujado por una afición que apretó hasta el final y no paró de animar a los suyos, y jugadores como Grigonis y White con una actuación espectacular, con 18 y 14 puntos respectivamente en su casillero particular, que contribuyeron en gran medida a que los de Txus Vidorreta se alzaran con la primera edición de este presitigioso torneo, algo que aún da más valor a lo conseguido por este equipo humilde: El Iberostar Tenerife y el nombre de Canarias pasará a la historia como el primer campeón de la Champions League de baloncesto.

Pero la fiesta, que comenzó con la entrega del trofeo y en el propio Pabellón Santiago Martín, la casa de todos los canaristas, no iba a terminar ahí ni mucho menos. Cuando las luces del recinto se apagaron y no quedó nadie en sus butacas, los jugadores y el cuerpo técnico se montaron en un autobús preparado para la ocasión y acudieron a la Plaza del Adelantado, en La Laguna, ciudad Patrimonio de la Humanidad que vió nacer y dar los primeros pasos a este pequeño club que ya se ha hecho mayor.

Allí, miles y miles de aficionados abarrotaban la concurrida plaza, para dar un merecido homenaje a sus héroes.

Desde el balcón del ayuntamiento, plantilla y cuerpo técnico ofrecieron el título a la afición, que aclamó a sus jugadores como era merecido. De los más aplaudidos fueron la estrella del partido Grigonis, o Beirán, el madrileño que sufrió una grave lesión y que le ha impedido disfrutar este trofeo en la cancha, pero que vibró como un aficionado más con el triunfo histórico de sus compañeros sobre el tapete.