Esta vez la épica fue para un equipo blaugrana que acabó sobreponiéndose a todas las adversidades para regresar con los tres puntos a la ciudad condal. El cuadro catalán, que llegaba herido tras la eliminación de Champions ante la Juventus y que se jugaba mucho más que los merengues, pues una derrota o un empate habría supuesto decir prácticamente adiós a la liga, respondió con fútbol en uno los clásicos más bonitos vistos en los últimos tiempos.
Intercambio de golpes
Los aficionados culés han sido testigos este año de un barça más bipolar que nunca, capaz de desplegar un juego excelente en momentos puntuales, pero también de desarrollar un fútbol carente de ritmo y, por tanto, de sorpresa para el rival.
La de ayer, sin embargo, fue una de aquellas noches en las que el equipo de Luis Enrique se plantó con seriedad en el terreno de juego, no temblándole el pulso ni siquiera cuando Casemiro hizo el primero para los blancos (28’), tras un remate de Ramos al palo que le quedó a placer.
El brasileño fue uno de los protagonistas del encuentro y no precisamente por su juego, sino más bien por la violencia con la que se empleó para intentar detener a Leo Messi. Una de las imágenes del choque fue la del mejor jugador del mundo tendido en el césped tras recibir un codazo en el rostro por parte de Marcelo. Hernández Hernández no mostró ni tan siquiera amarilla, perdonándole también a Casemiro la expulsión en faltas posteriores ante la incredulidad de los jugadores del Barça.
Los blaugrana igualarían el encuentro en el 33’ con una excelente combinación entre Rakitic y “la pulga”, que sorteó con una facilidad pasmosa a Carvajal y Modric para después vencer a Navas.
Un guión de película
La segunda parte dejó un bello intercambio de golpes entre los dos mejores clubes del mundo, destacando las actuaciones formidables bajo palos de Ter Stegen y Keylor Navas.
Así pues, cuando el partido podía caer de ambos lados, Rakitic se sacó un chut espectacular con la zurda, poniendo el 1-2 en el marcador.
Cuatro minutos más tarde, en el 77’, un Ramos impotente ante el estratosférico partido de Leo Messi, perdería los papeles entrando con una violencia desmedida a la caza del argentino. El sevillano, no obstante, se marchó del terreno de juego aplaudiendo y señalando tanto a Piqué como al palco, haciendo alusión a las repetidas quejas que a lo largo del año ha vertido el central catalán sobre las ayudas arbitrales a los merengues.
Los blancos se habían quejado previamente de un posible penalti de Umtiti a Cristiano en el cual, en efecto, el francés había tocado al portugués, aunque el colegiado consideró insuficiente dicho contacto. En cualquier caso, pocos podrán manifestar que el Madrid salió perjudicado arbitralmente teniendo en cuenta que Hernández Hernández perdonó la expulsión de Marcelo y Casemiro.
El propio Piqué pudo hacer el 1-3 minutos más tarde, pero de nuevo Keylor Navas dejó el partido abierto con una intervención meritoria. Cuando todo apuntaba a una victoria del Barça, James rescató al Madrid con un gol en el minuto 85 que le sirve para reivindicarse ante Zidane, ya que el francés no ha contado con él a lo largo de la temporada.
Sin embargo, todavía quedaba la traca final del último suspiro del encuentro. Fue entonces cuando Sergi Roberto inició una diagonal imposible desde su campo para dejarle el balón al borde del área a André Gomes, éste combinó con Jordi Alba, quien puso una pelota magnífica a un Leo Messi encolerizado que finalizó como sólo él sabe hacer. La pulga se sacó la camiseta para mostrar al Bernabéu, por si alguien tenía dudas, quién es el mejor jugador de la historia, y lo hizo en el minuto 92, coincidiendo con su gol número 500 con el Barça, en un Sant Jordi que mucho culés no olvidarán nunca.