Actualmente no existe biomarcadores en sangre con utilidad clínica para detectar un accidente cerebro-vascular isquémico, o también conocido comúnmente como ictus. Los microARNs emergen como marcadores de enfermedades debido a su especificidad de expresión dependiendo del tipo celular y a su gran estabilidad una vez en el torrente sanguíneo.
¿Qué es un microARN? ¿Cómo funciona?
Un microARN (abreviado miRNA) es un ARN monocatenario de unos 21-25 nucleótidos de longitud que se trancribe a partir de genes de ADN, pero no son traducidas a proteínas. En definitiva, una molécula que es capaz de regular la expresión de diversos genes en el organismo mediante diferentes mecanismos:
- degradación de la proteína durante la traducción
- inhibición de la elongación de la traducción
- terminación prematura de la traducción (disgregación de los ribosomas)
- inhibición de la iniciación de la traducción
Se expresan en una amplia variedad de organismos, desde plantas hasta gusanos y humanos.
Últimos estudios con miRNAs asociados a ictus
Para estudiar el papel que desempeñan los miRNA en determinadas patologías, se propuso identificar los miRNAs circulantes en sangre asociados con la isquemia aguda. Se estudió como estas moléculas variaban a lo largo del tiempo hasta 90 días después del accidente cerebro-vascular y se exploró su utilidad como marcadores diagnóstico. Se analizaron muestras de 20 pacientes con dicha enfermedad, así como 20 sujetos sanos como controles, para estudiar los cambios en la expresión de estos miRNAs en su sangre inmediatamente después de su llegada al hospital.
Se encontró que 3 tipos diferentes de miRNAs estaban significativamente mucho más expresados en los pacientes que habían sufrido un accidente cerebro-vascular comparados con los pacientes sanos.
En concreto, estas moléculas se las conoce con los nombres de miR-125a-5p, miR-125b-5p y miR-143-3p, encontrándose 1.8, 2.5 y 4.8 veces, respectivamente, más elevados cuando se había sufrido esta enfermedad. Los estudios realizados con muestras de pacientes extraídas 90 días después del ictus revelaron una normalización de los niveles respecto a los sujetos sanos para todos ellos, excepto para el miR-125a-5p, que seguía aún elevado.
¿Podrán estas moléculas ser capaces de diagnosticar un ictus con una simple muestra de sangre? ¿Se podrá predecir un mejor o peor pronóstico de la enfermedad en base a ellas? Esta claro que para responder a estas preguntas, muchos más estudios científicos han de llevarse a cabo.