Cuando el cerebro recibe información sensorial, la actividad neuronal genera unos patrones determinados. Según ciertas investigaciones, para que exista la consciencia, es necesario que los patrones neuronales que se forman ante cada percepción se mantengan estables durante algunos cientos de milisegundos.
En un artículo titulado "Sparks of consciousness mapped in most detail yet", la revista New Scientist se hace eco de un estudio llevado a cabo por científicos del Instituto Federal Suizo de Tecnología de Lausana, dirigidos por Aaron Schurger, quienes han registrado y analizado cómo evolucionan lo patrones neuronales en muy breves periodos de tiempo.
Las técnicas empleadas son la electroencefalografía y magnetoencefalografía. La investigación realizada es una revisión de otra llevada a cabo en 2009 por Schurger con tecnología menos precisa: fMRI o "Imagen por resonancia magnética funcional".
En el experimento de 2009, los científicos escanearon los cerebros de doce personas que observaban dos imágenes simultáneas, una por cada ojo. Un ojo contemplaba una línea roja sobre un fondo verde y el otro, una línea verde sobre fondo rojo. La confusión generada hacía que los voluntarios no siempre fuesen conscientes de percibir las imágenes.
Cuando confirmaban haber visto la imagen, el escáner mostraba que la actividad cerebral se estabilizaba.
Cuando decían no haber visto nada, la actividad cerebral era variable. Ahora, con la nueva tecnología, Schurger y su equipo han podido estudiar los campos electromagnéticos generados por el cerebro, lo que les ha permitido estudiar con mayor precisión la formación de patrones neuronales y su desvanecimiento.
En el nuevo experimento, se ha observado la actividad cerebral de 116 personas con trastornos de la consciencia, desde estados vegetativos a pacientes recién salidos de un coma o mínimamente conscientes.
Los resultados muestran que la estabilidad de los patrones cerebrales tras una percepción dura más cuanto más consciente es la persona. Esto aporta nuevos argumentos a los defensores de la teoría del espacio de trabajo global, propuesta por Bernard Baard en la década de 1990. Según esta hipótesis, la memoria implica la sincronización de diferentes partes del cerebro, la activación de mecanismos inconscientes que complementan los estímulos conscientes.
La investigación de Schurger proporciona nuevos datos empíricos que muestra que, para que la consciencia sea posible, es necesario que las diferentes áreas del cerebro permanezcan sincronizadas durante algunas centésimas de milisegundo antes de romperse el patrón.