Desde hace años, la taurina es bien conocida por sus importantísimas funciones sobre el organismo, tales como factor de neurotransmisión, de osmorregulación y detoxificación de agentes extraños, entre otros. Esta se halla de forma natural en el cuerpo, pero también la aportamos en nuestra dieta a través de alimentos como la carne roja, el pescado, las leguminosas y los frutos secos. No obstante, lo que más ha llamado la atención de los científicos ha sido su función esencial sobre el desarrollo cerebral.
Según la profesora Herminia Pasantes Ordóñez del Instituto de México de la UNAM, en una entrevista llevada a cabo por la agencia de noticias Notimex, nos informa que la taurina constituye un medio de cultivo excelente para la reproducción de células madre, pues duplica y hasta triplica el número de neuronas que se formarían en condiciones normales.
Estos efectos se comprobaron experimentalmente con sujetos animales (ratones) y posteriormente, se llevó a cabo su estudio sobre células embrionarias humanas. Estas células no solo se desarrollan en el material embrionario, sino también en organismos adultos, permitiendo remplazar aquellas células muertas o dañadas por otras nuevas, constituyendo un gran avance para la ciencia que se dedica al estudio de las enfermedades neurodegenerativas.
La conclusión a la que llegaron los investigadores fue que la mayor eficacia cinética de este mecanismo es consecuencia de un mejor rendimiento por parte de las mitocondrias. Estas son las encargadas de proporcionar la energía necesaria para el funcionamiento de las células, y en presencia de taurina, se induce considerablemente su realización de trabajo, favoreciendo la proliferación de proteínas a nivel mitocondrial.
