Fue un triste episodio durante la II Guerra Mundial; pero, todavía, hoy en día, en el año 2017, es un tema que enfrenta a Japón contra Corea y otros países del continente asiático.

Aunque se habla mucho de las esclavas sexuales bajo el control del Estado Islámico; durante la II Guerra Mundial, mientras en Europa se luchaba contra Hitler, en el continente asiático miles de mujeres estaban viviendo una verdadera pesadilla.

Los militares japoneses las llamaban "mujeres de consuelo" o "mujeres de solaz", que era un mero eufemismo para hablar de las mujeres que eran forzadas a ser esclavas sexuales.

Se considera un caso extremo dentro de los numerosos crímenes de guerra cometidos por las fuerzas militares del Imperio de Japón.

Se ha calculado que un total de 20.000 japonesas y unas 410.000 chinas fueron víctimas, aunque también hubo mujeres provenientes de Filipinas, Corea, Tailandia, Indonesia, Malasia, Vietnam o Taiwán, o sea, de todos aquellos territorios que fueron ocupados por las tropas imperiales y que fueron forzadas a trabajar en lo que se conocían como "estaciones de consuelo" que se instalaban en numerosos lugares como China, Japón, Filipinas, Indonesia (en aquella época, Indias Orientales Neerlandesas), Nueva Guinea, Malasia, Macao, Hong Kong, Indonesia francesa... entre otros muchos lugares.

Estas mujeres eran muy jóvenes, en la inmensa mayoría, eran secuestradas de sus propios hogares. En muchos casos, también, eran engañadas ya que se les aseguraba que se les iba a ofrecer un trabajo en las fábricas o en los restaurantes y terminaban siendo encarceladas en las "estaciones de consuelo" en otros países. Allí eran retenidas a punta de pistola y violadas.

Los japoneses apostaban por la existencia de estas "estaciones de consuelo" en un intento de evitar las violaciones cometidas por los propios soldados japoneses y que provocaban hostilidades con la población de los territorios ocupados. Se basaron en el sistema de organización de la prostitución en Japón que era conocido por su carácter más o menos abierto y por estar muy organizado.

Pero, las estaciones de consuelo no cumplieron su objetivo: las violaciones no sólo no mermaron, sino que aumentaron; como sucedió con el contagio de enfermedades venéreas entre los soldados japoneses.

Al no existir documentación oficial, no se conoce con exactitud el número de mujeres que sufrieron esta pesadilla, aunque se piensa que el número podría ser de unas 2000 coreanas y de hasta 200.000 mujeres de diferentes nacionalidades.

Las mujeres debían proveer de servicios sexuales a los soldados y a los oficiales de alto rango desde la mañana hasta las siete de la noche, no tenían horarios ni tiempos de descanso, además de que se conocen casos de mujeres que tuvieron que estar con 70 u 80 hombres durante un mismo día.

Sin duda, un episodio horroroso en el que se llegaba a vender la virginidad de las niñas o practicar abortos en las peores condiciones posibles.