No es ninguna noticia que los piojos son una de las mayores preocupaciones cuando los hijos son pequeños. En el colegio, jugando con otros compañeros, compartir prendas... cualquiera de estas situaciones cotidianas pueden ser focos de contagio de estos parásitos que normalmente anidan en el cabello. Es por ello que existen muchos tratamientos para eliminarlos, pero ninguno tan peligroso como el que casi acaba con una niña de 4 años hace 17, como la propia protagonista ha desvelado con el paso del tiempo.
Cuando tenía cuatro años, Charity Sutte fue sometida a un método inusual para eliminar piojos
Según cuenta Charity Sutte, una joven estadounidense que ya cuenta con 21 años de edad, hay una escena que la marcó para siempre. No es para menos, ya que casi pierde la vida por un peligroso tratamiento para acabar con los piojos que tenía cuando tenía solo cuatro años. La protagonista de esta historia ha asegurado que debido a un método inusual para eliminar estos parásitos casi le provocan su fallecimiento cuando era pequeña. Algo por lo que todavía se le hace difícil perdonar a su madre aunque hayan pasado casi dos décadas, ya que todavía no se ha recuperado del todo.
La madre roció gasolina sobre el cuerpo de la madre por recomendación de su abuela
Charity Sutte relata que cuando era tan solo una niña se contagió de piojos. Por ello, su abuela aseguraba que existía un tratamiento tradicional para acabar con ellos: la gasolina, según ella, "funcionaba mejor que cualquier otra cosa". Es así que la madre de la joven decidió escuchar el plan de la abuela y, aunque parezca surrealista, le roció con gasolina todo el cuerpo para así eliminar los piojos.
A día de hoy, se pregunta cómo su madre pudo tomar esta decisión. No obstante, lo peor estaba por llegar después de llevar a cabo el método tradicional que produce incredulidad a la joven.
Charity sufrió quemaduras de tercer grado tras encender su madre un cigarro cerca de ella
La madre, como recuerda Charity Sutte, se dispuso a fumar una vez había recubierto de gasolina el cuerpo entero de la niña de cuatro años.
Al encenderse el cigarro, no se percató de que las cenizas estaban cayendo sobre la menor. La gasolina se prendió con los restos del cigarro y la que ahora es una joven de 21 años casi pierde la vida.
Sufrió quemaduras del tercer grado (las más graves) en el 60 por ciento de su cuerpo, según su relato. Estas provocaron que durante largos años tuviera que acudir a cirujanos y a rehabilitación para poder superar las importantes secuelas que le habían quedado del suceso. Por estos motivos, asegura que casi dos décadas después no ha conseguido perdonar a su madre por lo ocurrido.